Fabián Martín ganó un concurso en New York en 2004 en el que se elegía la mejor "pizza de calidad" del mundo y parece que eso le da derecho a hacer pagar al comensal que se come una en su restaurante a tener que soltar 25 € por pizza. Y ojo, que no es la más cara. La pizza que yo tomé fue la Pizza Taller (queso, jamón, albahaca, rúcola, aceto balsámico). No estuvo mal; podría de decir que resulto buena. Pero pagar 25 € por ella es un verdadero timo. La puesta en escena del restaurante es, como mínimo, kitsch: manteles de hule estampados con dibujitos de colorines, vasos de duralex, servilletas de papel. La selección de vinos era buena y bastante completa. No tome vino. El servicio, femenino, voluntarioso pero escasamente profesional. Dos pizzas, una ensalada, dos colas light, una botella de agua, dos tarrinas de helado industrial (¡a 5,90 € cada una! Manos arriba, esto es un atraco) y un café: 56 € (¡Más de 9.300 ptas!) Una farsa insostenible y, además, con pretensiones.