De lo mejor de la ciudad.

Céntrico, clásico y coqueto, cómodo y sin estridencias, sin lujos pero acogedor. Así definiría a Caldereros, restaurante ubicado muy cerca del Palacio de Justicia de la capital manchega donde la comida honesta, sencilla y bien elaborada es su seña de identidad. Uno de esos lugares familiares llevados con ganas y buen hacer, que huyen de las modas y estereotipos centrándose en lo que saben hacer, guisar, sin hacer lo que no sabe, una cosa que parece tan evidente pero que no lo es para muchos chef, que se meten en camisas de once varas intentando subirse al carro de las modas o simplemente intentando emular a los grandes perdiendo la personalidad, el sabor, las formas y el estilo con resultados nefastos.

El local dispone de dos zonas muy bien diferenciadas y correctamente acondicionadas, un bar en la entrada con una preciosa barra, a la que se suman algunas mesas para tomar un aperitivo previo o degustar platos de la carta de manera más informal, desenfadada o rápida. Tras atravesar un pasillo, un comedor dividido en dos espacios pensados para hacer cuenta de la carta disfrutando del servicio y comodidad del restaurante, optamos por este último, a no ser que se visite al modo canalla siempre es mejor opción.

Respecto a la oferta de la carta, pues sin duda clásica y de mercado. Los guisos de la zona conviven con los arroces, las carnes y los revueltos de huevos, jamón ibérico, algún pescado…..etc, nada que sorprenda en concepto pero todo correcto en sabor.

El servicio, atento y cercano, hace que te sientas como en casa, un único pero; la carta “cantada”, definitivamente no me gusta, me crea estrés y esta fuera de lugar en los tiempos que corren. Te obliga a elegir in-situ, en el momento, sin tiempo para la reflexión, si el camarero cantador se retira no te acuerdas de la oferta, y si se espera la decisión parece que debe ser inmediata. No tienes información de los precios, lo que genera inseguridad al cliente, una verdadera incomodidad que complica la elección y la condiciona, si empiezas a preguntar por este o aquel precio mal, y si no lo haces incertidumbre, por el riesgo añadido de tener sustos innecesarios en la cuenta final, y eso evidentemente va en detrimento del disfrute.
Si la cocina es de mercado poco cuesta imprimir un folio diario con la oferta, con los precios (iva incluido), con un apartado de recomendaciones, la transparencia total es el camino a seguir para la satisfacción del cliente y una de las primeras asignaturas para un local que se precie.

Ya entrando en faena y acomodados en una de sus mesas interiores, comenzamos con un plato de jamón y queso manchego al centro de la mesa, el jamón mejorable en sabor y en corte, y a un precio elevado, 25 €, nada del otro mundo.
El queso semicurado ya era otra historia, excepcional. Por desgracia es un producto sumamente adulterado y denostado, en el mercado te encuentras cualquier cosa a la que llaman queso manchego, su característica y habitual forma anima a meter gato por liebre, con el consiguiente perjuicio para el producto original. Pero ojo, cuando encuentro uno como este entonces los ojos me dan vueltas, de los buenos, de los de verdad, de los de siempre. Artesano, aromático, ligeramente acido, algo picante al paladar, con ese sabor característico a leche de oveja, con olor al campo manchego y a las plantas silvestres de sus llanuras, una autentica joya gastronómica, un manjar.

Seguimos con una aceptable alcachofa, la flor se presenta en el centro del plato como protagonista y para sorpresa nuestra bien arreglada, cosa difícil de ver, muy difícil diría yo. El corazón limpio, bien torneado y vaciado, lo cual se agradece porque te evita el tedioso trabajo de tener que ejercer de rumiante, regurgitando las hojas duras, para alcanzar el objetivo central.
Sobre esta una crema de boletus nada empalagosa pero muy sabrosa, en su interior no se la juega, va a lo seguro con un relleno de jamón que resultaba sabroso y adecuado, plato sin sorpresas, de elaboración sencilla pero muy bien resuelto.

El cantador inicial nos indicó que servían arroces individuales (oferta inusual), yo elegí uno de verduras que estaba bastante conseguido. Potente de sabor, nada aceitoso y generoso en variedad vegetal, me lo presentaron en la mesa para posteriormente emplatarlo en una auxiliar. La verdura le daba una bonita apariencia cromática, al mismo tiempo que lo dotaba de una extensa variedad de matices gustativos, ensalzando gratamente el sabor de un arroz al dente de perfecta cocción.

De postre fruta del tiempo, mi límite estaba cerca ya que las raciones son más que generosas. El precio incluye lo descrito, café, agua y dos cañas “sin”.

En lo que a vinos se refiere desde la barra se aprecia una bonita cava acristalada, no hice uso de esta porque tenía que conducir, otra vez será, porque seguro que habrá otra vez. Me quede con ganas de indagar más en su oferta, algo que reservo para una futura visita de planteamiento más lúdico, relajado, gastronómico o informal.

Recomendado por 3 usuarios
  1. #1

    Francescf

    Muchas gracias por tu completo comentario. Tenía ganas de leer algo acerca de este local escrito por alguien de la zona :-)

  2. #2

    Craticuli

    en respuesta a Francescf
    Ver mensaje de Francescf

    Gracias a ti por la recomendación, todo un honor. Es un local bastante correcto, pero como digo en el comentario me quede con ganas de probar algo más para hacerme una idea más clara de su cocina y de su oferta, volveré y ya os contaré.
    Saludos.

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