Restaurante acogedor en su conjunto, con una carta sencilla pero elaborada en la que su chef, Fernando, utiliza materias primas básicas y de calidad que ensalza con recetas que incluyen aromas y sabores especiales al paladar y una nueva carta de arroces que domina a la perfección. Su bodega es muy atrevida e interesante, conviene dejarse aconsejar por Silvia o por el propio Fernando para adecuar el mejor caldo al plato que vamos a degustar. Muy agradable el ambiente y la atención. Un poco escondido, pero quizás eso le da cierto aire reservado, que por cierto, poseen uno con capacidad para 10-12 comensales.
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