Qué cosas tiene esto de estar hiperinformado. tanta novedad, tanta historia de estar con lo último del último cocinero de moda, de las nuevas aperturas, de la saturación de Ruzafa, del tipo del programita de turno que abre nuevo local... Que sí, que hay que estar informado pero hay que tener memoria y no olvidar lo imprescindible. No hay que tener miedo a tener caspa, hoy se elimina fácilmente con champú o acudiendo a rompedor local de moda donde grafiteros decoran tu plato.
No tengan miedo, señores. Lo demodé estará de moda en breve y habrán llegado también tarde.
Y con una interesante conversación sobre los profesionales de sala, tan olvidados y eclipsados por los grande cocineros, no puede venir otro restaurante a la memoria en Valencia que no sea este: El Gastrónomo.
Así que un mediodía tonto te plantas en su parking (sí, tienen parking privado) y accedes al remozado local que lleva décadas trabajando la cocina clásica. Me gusta el nuevo aspecto, no difiere demasiado del estilo del anterior local, lo contrario hubiera sido un error. Me gusta la forma en que se divide el local con unos sencillos paravanes de madera, la iluminación y el mobiliario, cómodo y bien distribuido.
Empezamos el menú:
Anchoas de casa sobre tomate de ensalada, buen tomate y buena anchoa, sin más, pero lo que cuesta de encontrar...
Ortiguillas de mar: bien, buen rebozado pero algo pasadas de cocción, aunque sé que mucha gente las prefiere así para no notas la textura original de la ortiguilla.
Steak tartar: porque a eso habíamos venido, a ver preparaciones en sala de platos clásicos. Sigue siendo de los mejores de la ciudad. ¿El mejor? Me cuesta decidirme, tengo en mente un par que estarían a la altura y creo que el de Askua estaría por encima de este.
Y si venimos a jugar, venimos a jugar, crêpe Suzette de postre, quitándonos complejos de caspa.
La carta de vinos es interesante, bien seleccionada, clásica también. El servicio del vino acorde al de esta sala tan bien orquestada, copas de calidad y profesionales al mando de la bonita bodega acristalada de la entrada. Bebimos Dr. Bürklin-Wolf Trocken Tonel 80 2011, perfecto para el picante del steak y fresco para los entrantes, y para el postre Sauternes Sablettes 2010, perfecto.