EXCELENTE, UN DIEZ

Creo que raramente he puntuado un 10 en comida. Por otro lado en el debate entre cocina de producto-cuchara frente a cocina creativa cada día estoy más cerca del producto y el guisote. Sin embargo tras visitar este restaurante debo rectificar en ambos apartados. Un 10 para una cocina creativa de verdad, donde te sorprenden los sabores con platos aparentemente sencillos y donde lo importante es la "chispa" en las combinaciones y no el presentar un plato vulgar con una técnica de filigrana.
Tomamos el menú FRX largo (95.-eur) compuesto por unos 14 platos. Además del plato principal cada uno de ellos viene acompañado de un par de microplatos (no quiere llamarles tapas) y eso da una idea de lo trabajado que está el menú FRX.
De lo comido sólo citaré algunas composiciones que brillan especialmente; por ejemplo el tomate raf (¿a la brasa y caramelizado?) acompañado de tomate raf crudo. Algo que parece tan sencillo lleva a este tomate a otra dimensión (viene acompañado de un gazpacho y de un pan catalana y jamón ibérico). Lo mismo ocurre con el salmonete con habitas, perfecto de punto y sabor. También excelente el cochinillo de piel crujiente y base tierna (acompañado con hinojo que "limpia" el paladar).
Por último y quizás lo mas sorprendente es la selección de quesos. En los restaurantes que conozco se limitan a cortar y servir (con mejor o peor fortuna) unos quesos comprados a los proveedores. Aquí como bien indica la carta los quesos "se cocinan". Empezando por el más suave que presentan cubierto de una laminas de champiñón y acabando por un queso cubierto con su propio gratinado.
Por último del postre destacar la tarta de chocolate (negro sobre blanco). Potente sabor para terminar el festival
Ramón en persona nos tomó nota y nos recomendó sus platos (a diferencia de un comentario anterior este día sí estaba al frente de la nave). Todo el servicio de sala muy atento explicando todos los platos y sirviendo el pan que elabora el padre de Ramón. Cambio de cubiertos e incluso de servilleta constantemente y el ritmo perfecto lo cual es un mérito teniendo en cuenta que estuvimos casi tres horas disfrutando del menú.
La decoración del local y el menaje de muy alto nivel (tiene una terraza exterior que supongo abrirán en verano).
Para beber tomamos como aperitivo unas copas de Ruinart Rosé (algo dulzón para mi gusto) pero respecto al vino sólo decir que es imposible ver la carta (tres o cuatro tomos con una selección impresionante). Nos dejamos aconsejar por el somelier que propuso un tinto muy floral para combinar con el menú y fue un acierto. Se trata de Desierto de Azul y Garanza un cabernet sauvignon de Navarra capaz de mantener el tipo con todos los platos aunque para el postre pedimos un PX (no recuerdo el nombre). El servicio de vino también muy correcto, siempre atento a las copas.
Acabamos con cafés, mignardies y un GT de G Vine. Un autentico festival que recomiendo a quienes aprecien este tipo de cocina y a quienes quieran reconciliarse con ella.

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