Gran cocina

Comida familiar para 7. Solicitamos que aun siendo domingo medio día, la posibilidad de menú de degustación que fué aceptada por la amabilidad del personal Elena y Alfonso a pesar de que ello le trastocaba el planteamiento de cocina para servir a las mesas que estaban todas llenas y gente esperando fuera. Y eso que no es fácil de encontrar el local.

Buena cubertería y coperío, mesas y sillas correctas, queda poco elegante manteles partidos y superpuestos en las mesas. Cambio de cubiertos con cada plato y correcto servicio de vino aunque muy destacable conocimiento de Alfonso en el tema de vinos portugueses (sobre todo) ya que es lo que queríamos también probar. No ví la carta de vinos (ya sabía a qué iba) pero en la nevera había buen material español.
Local ruidoso, sobre todo si hay niños, mesas juntas pero espalda con espalda y al menos no te enteras de la conversación vecina. Decoración básica pero cumple. Creo que un nuevo local en zona más céntrica y más en moderno y con más mesas, se va haciendo notar en falta. Difícil decisión en tiempo de crisis, pero la cocina está para triunfar.

Entrantes individuales al plato:
. ensalada de tomates cherry y lescas de cecina del Esla aromatizados con hierba de Mariola y con aliño de Porto blanco y albahaca thai: buena combinación de verduras en la que destaca la albahaca y buen aliño.
. titaina de pulpo de roca y calabaza sobre nido de pasta philo: extraordinario emplatado con el nido volcado y en cascada la calabaza y el pulpo encima: bueno de sabor pero mejor de vista.
- huevo pochado con brandada de güeña de Jérica sobre gajos de patata agria y aceite de pimiento de Jamaica y humo, todo ello colocado en pequeña yogurtera: el gajo un poco grande de tamaño para llevar a la boca entero y algún huevo pasado de tiempo de cocción (huevo duro) por lo demás muy agradable.
- lomo de bacalao de Islandia sobre veloute de tirabeques, cremoso de sobrasada de Tarbena, cristal de costillar ibérico y vinagreta de cus-cus de quinua con lechuga de mar: presentado saliendo de la valva de una ostra donde está una agradable quinua, sobresaliente el bacalao y hay que ver lo bien que combina con sobrasada que nunca me habia planteado.
. matahambre de ternera del valle del Esla confitado en aceite de oliva virgen extra del Espadan con salsa de colmenillas y Cream de Gutierrez Colosia, pastel de Zelery y curry, lágrima de confitura de tomate y vainilla Bourbon y chips de Miguna: superior la salsa sobre una tierna ternera de hilos que para un poco seca al comer. Mejoraría mucho el plato con otra pieza de carne diferente del matahambre aunque estéticamente perdiera interés; demasiadas cosas complementarias que te pierden más que orientan.
. postres: trufas de chocolate blanco cubierta de coco y mermelada de tomate: para muy golosos y gustadores de coco. Crêpe de fruta fresca y queso mascarpone: a pesar del tamaño que parece excesivo, no satura en absoluto. Mousse de yogurt con frutos rojos: correcto pero el menos sorprendente. Merengue de limón (no recuerdo que más) correcto sin ser de los mejores. Todos ellos con buena elaboración.

Para beber, aparte de la consabida agua, vinos portugueses a su recomendación sin ver carta y sin cargar de bombo por pedir sin conocer precios.
Un blanco de Beiras, suave, envejecido en barricas de castaño (¿?) y que fué girando al tener menos frío y más oxígeno, a más cuerpo y más interesante: Luis Pato 2008 viñas viejas con 12.5º.
Seguimos con un tinto de Estremoz ya muy evolucionado, del 2005, con un arranque recién abierto muy ténue que fué ganando en fruta a lo largo de la comida y que sus 14º pasaron muy fácil.
La amabilidad y bien hacer de Alfonso nos obsequió con lo que quedaba de botella (que no era poco) de un magnífico generoso y en su punto de dulzor, moscatel rojo de Setúbal: Bacalhoa del 2000 (del más envejecido: 9 años).
Incluidos los aceptables cafés y el IVA en el precio del menú.

Me parece una muy buena cocina creativa y con buen producto a un precio muy, pero muy razonable, y con un excelente servicio y conocimiento. Si te atienes al menú básico de diario o de festivo, es imbatible. (Kopicki me había avisado).

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