Ya tenía yo ganas de volver a degustar la fabulosa cocina de este restaurante. Estaba en mi debe, pues desde que se cambiaron de ubicación no los había visitado.
Han ganado mucho, muchísimo en cuanto al entorno. El local es moderno, con clase, amplio, de techos altos. Construido a base de materiales de gran calidad.
Se respira en él una atmósfera relajada, aséptica, con cierta calidez proporcionada por la estudiada iluminación.
En cuanto a la cocina, prosiguen con la excelente línea que comenzaron a trazar en C/Finlandia y que ahora mantienen, firme, consolidada y en continua evolución, en C/Eolo.
Una cocina creativa, de riguroso mercado. ¡Lastima de otoño seco que nos dejó sin setas!
Optamos por el “Menú Zakolín”. Como curiosidad, comentar que el nombre de este degus se debe a las localidades natales de los recién casados propietarios: Zaragoza y Colonia.
----- Aperitivos del Chef:
• Atascaburras con miel de setas y arenque
• Tartar de salmón y aguacate
• Pate casero de liebre con melocotón de Calanda y parmesano
• Capuccino de hongos con pulpo de roca
----- Entrantes:
• Espencat asado sobre la llama con atún rojo del Mediterráneo
• Foie-gras ahumado con higo fresco y brioche de mantequilla casero
• Huevo de corral a baja temperatura con garbanzos, callos de bacalao y setas silvestres
----- Plato principal:
• Rape con coliflor y capuccino de galera
----- Postre:
• Sobao de pistacho con chocolate blanco y sorbete de melocotón de Calanda
Todo, y recalco lo de todo, estaba de rechupete. En cada una de sus creaciones parte de una materia prima de calidad, de temporada e identificable, a la que somete con mano experta y audaz a alguna combinación, algún brochazo de artista para conseguir bocados exquisitos, con sabores nítidos y no excesivamente concentrados.
La cocina de hoy de Apicius es, permítaseme el símil, como los vinos que marcan tendencia en la actualidad: mas bien ligeros, sápidos, en los que se ha mimado, no sobremadurado, la uva, se le ha dado a ésta protagonismo estelar, con los coupages justos, con buena técnica en bodega y sin madera en demasía.
Carta de vinos muy completa y variada. Me quedé con una de las referencias sugeridas en la primera página: un sekt (no había probado ninguno hasta la fecha) denominado Paulushof, un blanc de noir, de pinot noir, del que me sorprendió su textura, y que cumplió holgadamente su función.
El servicio, a la altura de la cocina, con eso queda todo dicho. Yvonne y Enrique, tanto monta, monta tanto.
Si esta pareja hace funcionar tan bien su matrimonio como su negocio, les auguro, cuanto menos, una docena de hijos y unas bodas de oro.
;-)
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