Restaurante Apicius en Valencia
Restaurante Apicius
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
28,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Sabado mediodía y Domingos
Nota de cata PRECIO MEDIO:
54 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.2
Comida COMIDA
8.2
Precio medio entorno ENTORNO
7.3
RCP CALIDAD-PRECIO
7.4
aceitunas
helado
horchata
pepito
mochi
cucurucho
Crema de cebolla en su propia piel
Hinojo, perdiz y trufa
Snacks Apicius
Sobao de Pistacho con Helado de Yogur y Sopa de Chocolate Blanco
Rape a la Brasa con Salsa de Vino Tinto, Crema de Celeri, Blini de Requesón y Crujiente de Hierbas
Falso Risotto con Setas y Verduras de Temporada y Huevo de Corral a Baja Temperatura
Falso rissoto con trompetillas de la muerte y calamar de playa
Escalivada a la llama con pulpo de roca y aceituna negra
Salmón curado en casa con verduras
Carrillera.
Sargo.
Gazpacho.
torrija con sorbete de melocoton de Calanda
foie
huevo escalfado con migas
sopa de marisco con enoki
gazpacho de frutas y verduras
carrillera con pure de manzana
Opiniones de Apicius
OPINIONES
92

Tras mucho tiempo de cierre por el maldito bicho, de nuevo ha abierto este local para la temporada de setas. Tampoco las setas parece que librarán bien el 2020, pero aquí el menú de otoño siempre es un buen momento para recuperar sensaciones dentro de las limitaciones que el Covid nos deja.

El local no tiene más cambios que la redistribución de mesas para cumplir normas de separación social, sin perder la elegancia que y comodidad que siempre ha transmitido. A ello también contribuye mucho la personalidad y savoir faire de Yvonne en la sala. Alegría de volver a disfrutar de todo ello.

Para beber y tras un aperitivo de entrada, un amontillado de Tio Diego (guiño personal de Yvonne) más un bitter. Luego pasamos al vino y tras leer (QR) la muy extensa carta en la que se resaltan los vinos alemanes y austriacos, optamos porque nos recomienden un alemán, blanco con cuerpo y que sea algo diferente sin precisar mucho. El que nos eligen fue Weitblick Grauburgunder Trocken 2017 Michael Huber de la zona de Baden, muy bueno pero que no fue tan diferente. El agua grande de Fuente Liviana. Un servicio de máximo nivel, continuado, sin apretar ni llenar, mantenido a perfecta temperatura y en muy buenas copas.

En cocina está el chef Enrique Medina, un referente en Valencia. Para comer hay un buen pan troceado y algo hojaldrado; en esta época se hace casi obligatorio el menú de setas a pesar de que este año no puede ser una explosión de opciones micológicas. Es lo que hay. Tomamos:

Aperitivos: en un homenaje al esmorzaret valenciano y en dos pases:

. cacao del collaret en helado

. aceituna verde rellena de vermut

. chupito de horchata de chirivía con toque de anguila ahumada y manzana

. mini mochi relleno de zumo de naranja

. mini cucurucho de sangre con cebolla coronados por huevas de trucha

. pepito de titaina

Entradas:

. capuchino de calabaza hongo y pipas: muy sabroso, con bastantes tropezones agradables

. tartar de erizo aguacate y portobello: un crudités con emulsión del propio erizo de mar siendo muy agradable de sabor, bien contrastados. Muy interesante.

. huevo pulpo de roca panceta ibérica de bellota y boletus: unos elementos condenados al éxito per se formando un mar y montaña con el hilo ensamblador del huevo. Cortar, mezclar y disfrutar.

. alubias de Viver, pichón y rebollón: de nuevo elementos sabrosos esta vez bajo el paraguas de un guiso que deja perfectas texturas y profundidad de sabor. Muy bien.

. liebre y trompetilla negra: época de caza y la liebre en dos presentaciones: a la Royal en la base y encima el lomo madurado y aliñado sin cocción.

. tarta de queso con angula del monte: una tarta de queso casera y la seta está escarchada lo que aporta la cierta dulzor esperable en un postre pero que se equilibra con la compañía cítrica de un helado de frambuesa; quizás los elementos no acaban de acoplarse entre sí y andan un poco a su aire pero todos ellos están buenos y contrastan bien.

Para el postre nos da varias opciones de vinos y elegimos dos que resultaron, aquí sí, muy espectaculares y diferentes; repetiría de cualquiera de los dos para tomar como copa durante toda la tarde hasta acabar la botellita: por un lado un blanco Eiswein Cleebronner Michaelsberg Riesling 2016 de intensos aromas y excelente acidez que está para durar; por otro lado un pinot noir Spätburgunder Trockenbeerenauslese 2018 también de Michael Huber, de dulzor comedido, menor acidez pero elegancia sublime. Estos vinos de postre quedarán en el recuerdo para siempre.

Unos cafés finales y unos muy buenos petits fours a elegir individualmente entre el cajón dulce que te presentan en sala. Siempre es posible un final feliz con un bocadito de chocolate de calidad que potenciará el amargor del café.

Sorprende que sean exactamente los mismos de hace dos años (no comentaré nada porque no hay cambios destacables) aunque siguen estando muy buenos todos, con sus diferentes sabores temperaturas y texturas que se complementan bien, pero que estará bien renovar para próximas ediciones.

Un rato de charla sin prisa, ya con la sala vaciada de comensales, con Yvonne y sus inquietudes en planes de futuro incluso fuera de las cuatro paredes del local, indican que todo sigue bien vivo por aquí.

Un mal año en todo, también en setas, pero siempre nos quedará (Paris) el menú de setas de todos los años en Apicius, que tiene un plus añadido en el tema vinícola especialmente para viajar a centroeuropa.

  • aceitunas

    aceitunas

  • helado

    helado

  • horchata

    horchata

  • pepito

    pepito

  • mochi

    mochi

  • cucurucho

    cucurucho

Que me rechiflan las trufas es algo que quien me conoce lo sabe. En realidad soy como el perro trufero que las huelo a kilómetros y no me canso de comerlas con todo.

Pues el sábado olí que estaban con el menú de temporada de la trufa en Apicius y visité a Enrique y a Yvonne, que hacía tiempo que no los veía. La sala está algo cambiada más espaciosa, sigue siendo cálida por los toques de madera y en la próxima semana cambiaban la iluminación, algo necesario ya que para mi gusto es algo opaca y soy de las que prefiero disfrutar de los platos en todos sus matices cromáticos, algo que en muchos restaurantes me cuesta y más siendo tan miope como soy.

El menú me gustó, he visto una evolución en sus platos desde la última vez que los visité. Enrique siempre ha buscado una cocina basada en el producto y en la tradición aportando cierta modernidad en los platos, pero manteniendo siempre la esencia que marca el elemento principal que prepara, sin adornos excesivos, sin enmascaramientos ni excesiva vanguardia.

El menú hace un recorrido por los productos de la huerta ensalzados con la reina madre, la trufa, eso sí, trufa silvestre servida en abundancia en todo el menú de Tuber Melanosporum. Nada de trufa cultivada, que hay diferencia.

Snack de trufa posteriores a un mochi de naranja de la huerta y una horchata de chirivía, seguimos con hinojo, perdiz y trufa. Yema, alcachofa y por supuesto trufa, armonía vegetal y para acabar con una parpatana de atún rojo, que para mi igual fue el plato que pese a ser un bocado excepcional, menos me emocionó porque no es la parte del atún que más me guste, pero estaba muy bueno. Y para endulzarnos un poco la boca, leche, galleta y más trufa!

Todo el menú lo acompañamos con una botella de Sancerre de Domaine Delaporte 2017, sugerencia de Yvonne por esa sauvignon blanc que combina bien con la trufa, y el postre con un delicioso Silvaner 2018 Auslese.

  • Crema de cebolla en su propia piel

    Crema de cebolla en su propia piel

  • Hinojo, perdiz y trufa

    Hinojo, perdiz y trufa

  • Snacks Apicius

    Snacks Apicius

Un local en el que siempre tienes excusas para ir: temporada de atún, temporada de setas, temporada de trufa... amén de diferentes menús establecidos (precio fijo) sin descuidar la carta general. Aunque la verdad es que no se necesitan excusas porque consigue cautivar en un ambiente elegante y distinguido, con buena sonoridad, buena amplitud de espacios, pocas mesas con un servicio en sala de muy alto nivel y un trato del vino (incluida reposición constante) a cargo de Ivonne en la que se nota su paso por hoteles de superlujo europeos y una cocina basada en el mercado (incluso en temporadas) y en su producto, con una preparación y presentación actual a cargo de Enrique Medina con amplio curriculum desde hoteles de lujo hasta la cercana Sucursal cuando su estrella Michelín. Este conjunto le hace estar, en mi opinión, en ese grupito de restaurantes valencianos que llaman con fuerza y desde hace tiempo, a las puertas del firmamento estrellado.

En esta ocasión, sin olvidar un muy buen pan y un gran aceite Belluga, los 4 comensales disfrutamos de lo que comimos:

. aperitivo de la casa: cacao del collaret. En una caja a modo de mini baul y entre cacaos del collaret (producto muy valenciano) encontramos con la misma forma, unos pequeños helados

. aperitivo de la casa: oliva rellena de Negroni. Inversión de elementos: la oliva contiene el vermut.

. aperitivo de la casa: mochi (mini) relleno de naranja valenciana: muy curioso y se agradece el cambio de textura y sabor

. chupito de horchata de chirivia (sustituye a la chufa) con trocitos de manzana y anguila ahumada

. cucuruchos de sangre con cebolla coronados por huevas de trucha

. pepito de titaina: bien frito, casi crujiente con un pan bao

. capuchino de setas con sorpresa: la sorpresa consiste en muy pequeños tropezones que apostamos que eran de morcilla

. croqueta (en realidad es aranchina) rellena de rissotto de boletus

. hongos a la borgoñesa con steak tartar y gel de jengibre

. guiso de alubias y níscalos y cresta de gallo: buen fondo.

. níscalos, alcachofas, trompetillas amarillas y huevo a baja temperatura: buenos elementos y buen conjunto.

. mar y montaña: oreja de cerdo con trompetilla negra y gamba que se acompañan un pan bao también hecho con trompetilla negra para no dejar ni gota en el plato.

. postre: arena de cacao, crema de castañas, trompetas amarillas y helado de hongos y espuma de café

. petits fours: mini madalenas de hierbabuena, gominolas de vainilla, trufa de chocolate con menta como acompañantes de unos muy buenos cafés.

Todos los platos en muy buen nivel sobre todo en profundidad de sabores, integración de los elementos y con buen producto de mercado con correctas presentaciones y buenas vajillas acompañantes; aún así y buscando la estrella (si es que se quiere buscar) requeriría de presentaciones más estéticas, más arriesgadas, más fotogénicas, porque en cuanto a sabor, lo tiene de sobra.

Lo bebido: por supuesto que agua, Montepinos, y alguna cerveza de entrada; el tema de vinos lo dejamos en manos de la jefa que nos deleitó con un, digamos, maridaje y alguna cosa más:

. André Clouet Rosé Gran Cru

. Franconia Spätburgunder 2016 trocken

. Franconia Rieslaner 2016  Notdheimer Vögelein Spätlese Lieblich

. Domaine Rolet Arbois 2011 Trousseau

. licor de arroz (a modo de sake)

. Lalama

Un disfrute de sobremesa, sin prisas, en un lugar que siempre merece la pena visitar.

Además de una buena carta de comidas habitual que incluye un menú de diario por 28€, el local busca nuevos alicientes y a lo largo del año plantea un menú monográfico del que destacaría el de atún, atún Balfegó que te garantizada una calidad extra, por 54€ y hasta final de julio. Son atunes capturados en la zona de Menorca y llevados en jaulas a zona de costa (Ametlla del Mar y a unos 5 km de la costa) donde se mantiene alimentados con pescado azul (y supongo engordados); una acuicultura en forma de pescado salvaje mantenido y sacrificados al método japonés para que no sufran stress como ocurre con el método de almadraba; en nuestro caso un atún de 257 kgrs de 2,30 mts de la campaña 2017, sacrificado el dia 02/07/18 con un 6,3% de grasa en ventresca según reza el certificado de trazabilidad.

El local no ha cambiado de planteamientos ni de decoración. Incorporación de Eduardo en la sala que complementa y a veces sustituye la labor de Ivonne, le ha hecho ganar enteros. Un local que transmite elegancia y savoir faire, con mesas amplias bien vestidas, buenas copas, con un servicio de vino impecable con rellenado de copas continuado, sin apretar facilitado por una sala semivacía. Debería mejorar el aspecto físico de la carta de vinos que le baja sensaciones de calidad; han incorporado vinos alemanes y portugueses dando una ampliación de contenido importante. Unas tablets sería perfecto para evitar los recortes pegados.

No vimos carta de comidas porque ya íbamos los cinco con la ilusión del atún y más cuando el año pasado se nos despistó la temporada. Un buen pan de Segorge con varios servicios y una gran aceite de la misma zona (sierra de Espadán), Belluga, en una degustación, fueron un buen complemento, servidos a mitad de la comida (¿?) en una moda que cada vez se ve más y que parece crear un poco de ansiedad en los que se sientan con hambre, mientras se espera el inicio de la comanda.

Unas cervezas previas y varias botellas grandes de agua con gas de San Pellegrino y también sin gas de Monte Pinos, un par de cocacolas lights sin hielo y con limón (¡vale, ya lo he puesto!). En la parte vinícola nos fuimos  a las novedades espumosas: empezamos por un Riesling muy elegante, con acidez ajustada, panadería intensa, carbónico muy fino: Weingut Koehler-Ruprecht 2008 Riesling Brut de la zona del Pfalz (34€); seguimos con algo más explosivo e intenso pese a su edad, pero también más rudo: Vértice, espumante do Douro Gouveio Brut 2008 (34€).

El menú empieza con snacks Apicius:

. pepino, yogurt, hierbas y huevas de arenque: servido en cucharita para hacer boca

. oliva con coctel Negroni: buena oliva rellena con la clásica bebina italiana

. cacahuete del collaret, troceado, con crema del propio cachuete para comer con cucharita

. mochi (mini) relleno de naranja valenciana: muy curioso y se agradece el cambio de textura y sabor

Pasamos a aperitivos:

. tartar de atún con escabeche de perdiz sobre un crujiente de alga Nori: bien presentado para comer todo en un par de bocados; el crujiente aguante bien el comer; el tartar una delicia. Para comerselo por docenas.

. versión particular del pepito de titaina valenciana: en un pan bao frito un buen relleno de titaina para comer en 3 bocados; una buena fusión de cocinas

. ceviche de atún: sobre una base de una especie de espuma que enmascara demasiado al atún, en un ceviche muy ligero y agradable de sabor; acompañado de un:

. tarro de cristal con morteruelo hecho con sangacho del atún con picatostes y con parmesano: el sangancho contiene la zona de paso de las arterias poco estética pero de sabor intenso y color mas rojo, lleva también algo de corazón y resto de las partes menos nobles de los túnidos. Recuerda en intensidad de sabor al morteruelo.

Seguimos con los entrantes:

. sashimi de atún rojo con salsa ponzu: destacan elementos cítricos y la soja. Se acompaña (y marida) un servicio en copa negra (de catas) de un fermentado a intentar adivinar, que por supuesto ni nos acercamos a pensar que se trataba de Sparkling Umeshu Kiuchi, una cerveza de malta muy popular y premiada en Japón (Hitachino Nest White Ale), fermentada con unas ciruelas verdes japonesas (ume), quedando un licor con pocos grados y un leve toque de carbónico muy curioso, ligero y que hace de buen complemento. Lo importante, el sahimi, está espectacular porque aquí lo que manda la calidad del producto.

. vittello tonato: una elaboración de ternera muy propia de Italia a modo de fiambre cortado en finas láminas con salsa: aquí se hace al revés pues se trata de un carpaccio de atún con una salsa hecha con ternera muy ligera a forma de mahonesa

. atún con curry rojo: aquí se usa la parte del buche del atún troceada en forma de pequeños dados con una salsa hecha con un sofrito a modo de la elaboración de los callos y donde el picante proviene de una emulsión con curry rojo y un poco de piparra. Podiamos definirlo como un trampantojo de plato de callos (por la textura y sabor) con un punto perfecto de picante. Genial.

. chuletón del mar (ventresca): unos buenos lingotes (2) con leve toque de plancha para sellar los laterales y que se acompaña de un poquito de puré de patata al mortero y un puré de manzana y riesling y flor de bergamota. Calidad y calidad.

De postre y algo más:

. rojo: ruibarbo con vino tinto, mora y arándanos, una esponjita de albahaca (espectacular), helado de cereza, remolacha en varias texturas, una de ellas a modo de ostia más propia de ensalada que de postre; también en el fondo se aprecian notas de vainilla y algo de café. Una buena mezcla de sabores, texturas y temperaturas que se complementan bien (salvo la lámina de remolacha) que no se acopla ni al dulce ni al ácido.

. petits fours para unos buenos cafés (fuera de menú): un financiero (en realidad "financier") a modo de bizcochito de almendra, chocolate con hierbabuena muy fresco, una pajita comestible (con logo incluido) que se utilizará para:

. un medio gin tonic Apicius hecho con tonica de té macha, su poquito de hierbabuena, un detalle de pimienta y una minidosis de Seagram´s con mucho hielo semipicado. Buen y fresco final para un ratito de conversación, que hubo que acelerar porque ya era su hora de cierre.

Un sitio que siempre merece la pena por su cocina, por su producto, por su servicio en sala, por sus vinos, por su elegancia... Mucho más con el aliciente del menú de atún, que no llega a saturar.

Estuvimos anoche cenando. El producto es bueno, pero pensábamos que sería más innovador de lo que fue. No nos sorprendió nada como en otros que hemos estado aquí en Valencia. Vimos 2 detalles feos. Cuando vamos a cenar y preguntamos el precio ya imaginamos que dentro del menú degustación va incluído todo a excepción de bebidas y café obviamente , pues aquí nos cobraron 3 euros de pan por comensal, que no te lo comunican claro está.
Preguntamos también si como sugerencia del chef podíamos pedir carne y no pescado y nos dijeron que tratarían pero que igual habría incremento( pensé que no se haría efectivo ese incremento pues ya en el menú carta blanca tienen carne y pescado y tampoco sería trastorno escoger carne en vez del pescado? pero no, cobrado estuvo y 10 euros de incremento, no está mal no? de 35 de menú degustación salimos a 43 por persona.

Acudimos dos personas con ocasión de las jornadas patrocinadas por cerveza Turia y nos gustó mucho. La comida y el postre estupendos y abundantes.
El servicio perfecto incluida la reposición del vino (!!!), creo que fruto del equilibrio entre número de mesas y plantilla. La dirección muy amable y simpática.
El precio bueno (Gracias Turia)
Estoy deseando volver.

En el ciclo de temporadas en el año esta vez toca al atún. Una buena excusa para disfrutar de este local que se esfuerza en ofrecer alicientes con productos de temporada.

Un lugar que rezuma elegancia y bien hacer en sala con Yvonne y sus buenos consejos en vino que consigue que sea un aliciente más para su visita.

Unas cervezas de entrada y un fino cb Alvear. Agua Monte Pinos. Un buen pan crujiente casero y un gran aceite.

Tres para comer en una sala medio vacía. La parte de comida ya estaba dirigida hacia el atún y la parte del vino estaba en manos de Yvonne, así que relajarse y disfrutar: empezamos con un blanco Franconia 2014 Bacchus Nordheimer Vôgelein Spätlese muy interesante y complejo. Seguimos con Tantum Ergo Pinot Noir un brut nature que parece diseñado para esta época del año.

Unos detalles de la casa y de forma ininterrumpida el menú de atún que nos anuncian que habrá lomo, ventresca, carrillera y parpatana. Allá vamos:
. melon al pilpil: curioso inicio
. crema de cacahuetes del collaret; producto de km 0 en versión de una crema muy ligera que entona y prepara al estómago.
. mochi de lima, té verde y jengibre: muy agradable en su textura y bien de sabor.
. crujiente de arroz con guacamole y romescu: a modo de pan de gamba con buen aporte de las salsas
. mini bocadillo de atun con olivas: pan supercrujiente y un retorno al bocata que llevabas de casa al colegio.
. capuchino de espárrago: bien sin sorprender
. croquetas ( 2 pp) de brascada: los ingredientes de la brascada aparece al morder la croqueta.
. tartar de atún ibérico con parmesano: demasiado suave; falta rock¬roll y sobra presencia (no sabor) de cebolla; un repaso de especiados (no necesariamente mucho picante) le beneficiaría para mi gusto. Presentación curiosa a modo de sandwich
. ventresca con crema de limón, tomate y piñones: gran calidad de producto con buenos sabores.
. carrillera en salsa de cítricos, curry verde tailandés: muy bien de especias, sin excesos picantes pero con fuerza. Mejor en fase gustativa que visual.
. chuleta de mar con patata al mortero: una parpatana espectacular con su parte ósea, con rash el hanut marroquí. Con este plato ya valía la pena la visita.
. quesos para rematar el vino: queso tronchon de Almedijar. Plato que se quedó muy corto.
. panna cotta de fruta de la pasión con helado de jengibre y melón: buen equilibrio de dulce, cítrico; buena textura.
. petits fours de la casa: muy buenos, elegantes. Acompañamos con copa de Tokaj de 5 puttonyos. Digno broche final.

Pues ha pasado un año y raro es que no haya ningún comentario en Verema en ese tiempo, así que vamos con la trufa de esta temporada que es un aliciente en Apicius, si es que necesitara de excusas para ir a comer.
Mesa para siete, bien planteada como redonda con esquinas, al juntar en cuadrado las mesas, y aunque separados, permite muy bien la conversación cruzada que sería imposible de otro forma. Unas aceitunas de entrada y por cortesía con unas manzanillas (en mi caso de bodega San León) y alguna cerveza de presión y coca-cola.
Desconozco si hay cambios en carta porque estábamos entregados a la trufa. En la carta de vinos hay cada vez más opciones para elegir y con opciones novedosas.

El menú de trufa ya está encargado, así que poco que pensar. Tan solo en los vinos y dejándonos aconsejar por Ivonne aceptamos entrar por un tinto casi clarete portugués Bastardo 2013, adquirido según consejo de la querida Amanda (ex Ca Sento y ex La Embajada) un acierto conocer este curioso vino que marida bien con esos complejos platos de trufa, alcachofas. Por supuesto varias de agua: Monte Pinos.
A posteriori, un pinot noir espumoso: Gramona Rosado, pensando en un tinto más potente para la carne final, pero no llegamos a consumir el cava, con lo que recurrimos a acabarlo y dejar para el postre un extraordinario dulce: Alambre 20 años, un moscatel de Setúbal bien envejecido que ganó por goleada a la opción de Tokaj.

Los platos: aperitivos:
. bocata de panceta de jamón ibérico con trufa: un minibocata que tenía un pero: el tamaño. Era para comerse una pataqueta; pan muy crujiente, panceta casi jamón ibérico y una dosis extra de trufa. Muy, muy recomendable.
De forma alternativa a quien no puede comer pan, una crema de queso con trufa: gran pérdida.
. melón al pilpil y trufa: escaso de sabor a lo que no sea melón y la trufa se pierde: prescindible.
. capuchino de alcachofa con trufa: el plato caliente, aunque poco, con buen sabor, una crema ligera y perfecta de consistencia; la trufa aporta. Hubo quien le gustó poco y a quien se comería un pozal; a mí me gustó mucho como entrada caliente en temporada de trufa y alcachofa.
. degustación de aceite Belluga: extraordinario y con un buen pan de compañía.

Entrantes:
. alcachofas con una veloute de jamón ibérico y trufa cortada como palitos: parecería que hay exceso de alcachofas pero en el anterior plato está el sabor y aquí la parte sólida; la temporada se acaba y hay que aprovecharla tanto para trufa como para alcachofa; como mucho hubiera separado la continuidad en dos platos seguidos. Buen plato.
. canelón caliente de perdiz de caza con salsa de crestas y trufa: muy sabrosos los elementos por separados, sin pisarse. Buena elaboración de la pasta. Muy sabroso.
. huevo de corral a baja temperatura, con queso parmesano y trufa (mucha, mucha trufa, ¿recuerda Viridiana?). El punto del huevo algo demasiado cocido que al romperlo costaba integrar con los otros elementos. ¿De sabor? Total.

Principal:
. royal de liebre de caza con avellanas y remolacha: simplemente perfecto. En preparación, presentación, sabor, textura de la carne... Un plato de examen de chef.

Postre:
. fresas y dátil relleno de queso y trufa sobre una sopa de naranja: testimonial presencia de trufa porque en un postre y más cítrico se hace difícil de coordinar. Bueno.

Cafés:
. variados como buenos españoles. Se acompañaron, por cortesía del local, de unos petits fours ligeros y elegantemente presentados en caja de madera: tipo madalena. gominola y trufa.

Como siempre, excelente el servicio en sala, con buenos consejos y estar sin que parezca que estás. Aviso ya no hay aparcamiento gratuito aunque el vecino aparcamiento público es barato.
Un buen disfrute.

Un local que siempre merece una visita pero que en temporada de trufa añade un aliciente más.
Carta de vinos que se supera y que hay muchas referencias d e todos los precios y buenos recomendaciones por parte de Ivonne.

Seis comensales en lunes y en hora tardía como siempre, pero sin problemas. Lamentablemente pocas mesas ocupadas pero es que la crisis sigue estando más presente de lo que creemos. Un servicio en sala más que bueno con una dirección y savoir faire (nunca mejor dicho) que siempre es interesante lo que nos comenta. Vamos por el tema de trufa, así que a tiro fijo.

Un fino La Ina, una manzanilla Esencia de Andana muy buena. Una coca-cola, agua mineral (al final fueron 3) y un par de cervezas de barril para acompañar los aperitivos por cortesía de la casa:
. melón, sardina y jugo de trufa en una cucharilla individual: un abrir el apetito y primer contacto con la trufa.
. polvorón de trufa blanca, salmón y celeri (apionabo): buena presentación, muy agradable.
. mantequilla trufada con un excelente punto de sal y con galletitas para apoyar: muy pero que muy buena.

Un notable pan casero y un aceite Belluga para disfrutar de una pequeña cata de aceite. Ya se hizo necesaria con los aperitivos y el pan, la primera botella de la Franconia del 2012 Scheurebe Thüngersheimer Johannisberg 2012 en terminación Spâtlese a elección de Ivonne ya que solo pedí que fuera Spâltese para que probaran los amigos alguna cosa nueva. Una locura de vino. Resultó un vino en la visual de color amarillo claro con una nariz de intensidad media. El servicio siempre presente, copas poco llenas ("sin apretar") pero nunca vacías.

Empezamos ya con los entrantes individuales:
. atascaburras con alcachofas, trufa y ajo negro. Alguno le pareció el mejor plato de la comida. Las alcachofas en su corazoncito; merece la pena probar la lámina de trufa a solas. Un espectáculo.
Pausa y a por la segunda del alemán spâtlese que ya se tiene en falta.
. garbanzos con pulpo y trufa. Un guiso de garbanzos con su aporte de trufa y un detalle de pulpo. Para comerse un pozal. Hay quien quería un taper para entrar a la cocina por si sobraba algo.
. huevo de corral con gazpacho manchego y trufa. Una buena idea pero al gazpacho le faltaba un poco más de profundidad, quizás unos higadillos más en el fondo, un poco más espaciado. En cualquier caso, romper ese huevo perfecto de punto de cocción a baja temperatura y mezclarse con la pasta del gazpacho sigue siendo una gran conjunto de sabores.

Plato principal: liebre y por tanto y ya que se está acabando el blanco aceptamos el reto de dejar lo que queda para el postre y atacar un tinto: Uno muy desconocido del Somontano, Lalanne Classic con cabernet y merlot, crianza 2008, muy del estilo francés pero con uva de este lado del pirineo, ligero de color, intenso en nariz y elegante en boca. Gran acierto.
. Royal de liebre con trufa y crema de coliflor: intensa, buena ración, poderoso plato.

Postre y recuperamos vino blanco:
. Sobao con sorbete de yogurt y sopa de chocolate blanco. Bien sin más.

Para los cafés, excelentes cafés, unos petits fours de minimadalenas (financiers), gominola y trufa casera mini. Muy apetecibles.

Rematamos con algunas "pruebas" (medias raciones) de destilados: un par de grappas con barrica y un ron Santa Teresa. Estos no se han tenido en cuenta en el precio final. Muy notable la "dosis" de trufa por persona.

Hacía casi un año de la última vez que estuve en Apicius. El tiempo no corre, vuela. Afortunadamente volver a esta casa siempre resulta un placer. Si lo conoces, sabes de antemano que difícilmente saldrás defraudado. En esta ocasión iba sobre menú cerrado.

Un Yzaguirre Rojo mientras esperamos a los rezagados y así quedó la cosa:

Como aperitivos:

Capuchino de Espárragos. Crema fina con toque picantón sin perder la esencia del ingrediente principal y con unos taquitos de salmón en el fondo del bol a modo de sorpresa que le iban de cine. De fábula.

Croquetitas de Bacalao. Presentadas sobre una teja, pequeñas, redondas, crujiente exterior y perfecta textura interior con alto sabor. Pleno.

Entrantes:

Atún Rojo del Mediterráneo con Escabeche de Perdiz, Ensaladilla de Nabo y Polvo de Limón. Un par de tacos de buen producto que combinado con las notas sutilmente ácidas de la guarnición conformaban un rico bocado. Claridad.

Espárrago Blanco de Tudela con Membrillo de Fresa. Punto de cocción ideal de una de las estrellas de temporada que necesitaba poco apoyo periférico para reivindicarse. Actualidad.

Falso Risotto con Setas y Verduras de Temporada y Huevo de Corral a Baja Temperatura. Una de las versiones de un clásico de la casa. Mezcladito todo con el sempiterno huevo suponía un éxito seguro. Altar.

Plato principal:

Rape a la Brasa con Salsa de Vino Tinto, Crema de Celeri, Blini de Requesón y Crujiente de Hierbas. Toque de calor perfecto bien complementado con la salsa o la crema, incluso ambas a la vez. Directo.

Como postre, Sobao de Pistacho con Helado de Yogur y Sopa de Chocolate Blanco. Consistente y sabroso el sobao contrastando con la suavidad cremosa del helado. Coherencia.

Para beber agua y vino, concretamente La Tarea D.O. Rueda y Hacienda López de Haro D.O. Ca Rioja.

Buen pan tierno de corteza crujiente.

En resumen, empresa que a estas alturas no necesita mayor presentación ni descripción de su oferta. Da gusto comprobar que mantiene un nivel alto y regular desde hace años por lo que siempre resulta un placer volver. Vuelves con la certeza de que vas a salir contento y esa sensación, a día de hoy, tiene un valor muy alto.

  • Sobao de Pistacho con Helado de Yogur y Sopa de Chocolate Blanco

    Sobao de Pistacho con Helado de Yogur y Sopa de Chocolate Blanco

  • Rape a la Brasa con Salsa de Vino Tinto, Crema de Celeri, Blini de Requesón y Crujiente de Hierbas

    Rape a la Brasa con Salsa de Vino Tinto, Crema de Celeri, Blini de Requesón y Crujiente de Hierbas

  • Falso Risotto con Setas y Verduras de Temporada y Huevo de Corral a Baja Temperatura

    Falso Risotto con Setas y Verduras de Temporada y Huevo de Corral a Baja Temperatura

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