Un clásico que no defrauda

Visita a LA PENELA, restaurante gallego que lleva bastantes años dando bien de comer en la parte alta de Infanta Mercedes, en una zona muy bien surtida de comedores clásicos como el Txistu, Portobello o Casa Juan.

Ocupa un local de esquina de dos plantas con varios comedores y reservados, decorado a la última en los años 90, aunque ahora necesita actualizar. Comida de fin de semana y el restaurante casi lleno, ambiente familiar.

Carta breve, cocina de producto, buenos pescados y mariscos y especialidades gallegas. Nosotros íbamos con las ideas bastante claras y tiramos por los clásicos de la casa.

Empieza la comida con un aperitivo de una rica ensaladilla de pulpo. Dos personas, pedimos todo a compartir:

- Tortilla de Betanzos. Merecidísima fama, patata gallega y huevos de corral, poco cuajada, una delicia en la que acabamos mojando pan.

- Por recomendación del Jefe de sala, unos mejillones al vapor. Ración abundante, los moluscos tiernos y de buen calibre, llegados de Galicia ese mismo día. Extraordinarios, y es que un producto como éste no necesita apenas manipulación.

- Ternera asada. Aquí la sirven en una loncha gruesa, acompañada del jugo del asado. Muy sabrosa, tan tierna que no necesitamos cuchillo para repartirla, bastó con una cuchara. Cachelos “baby” de acompañamiento.

De postre filloas (la ración trae dos), servidas calentitas, caramelizadas y rellenas de crema pastelera. Pese a que a estas alturas de la comida ya estábamos bastante llenos, no quedaron ni las migas.

Para terminar un café con hielo y un digestivo invitación de la casa.

Carta de vinos breve y clásica, de la que escogimos un rioja Izadi crianza. Un valor seguro que aguantó perfectamente toda la comida. Servicio impecable, buena gestión de los tiempos. Manteles y servilletas de tela. Buena vajilla y copas.

La cuenta ascendió a 76 euros, que gracias al “efecto kviar” se quedaron en 53. Insuperable relación calidad-precio. Para recomendar y volver muchas veces.