Una pena

Restaurante aragonés, típico donde los haya, y una decepción enorme, servicio cordial y cercano, pedimos primeros a compartir, garbanzos con bogavante que no estaban mal para ser de bote, y el bogavante congelado, ensalada de bacalao aceptable y de segundo un ternasco un tanto reseco, y un gran fallo no disponer de lechazo. Resumiendo, no se puede decir que deje en buen lugar a la cocina aragonesa, y el precio 173 € de 5 personas, incluyendo postres y cafés. Servicio del vino absolutamente rústico.

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