Cal xirriclo

Queríamos ir a Cal Morell, pero ha cerrado por jubilación, y una amiga nos recomendó Cal Xirricló.
La decoración nos gustó mucho -toques rústicos, pero sin caer en lo folclórico- y el trato fue excelente.
La comida, muy buena, excepto los caracoles, que no nos gustaron nada, y el allioli, que era mahonesa con un poco de ajo.
De entrantes pedimos croquetas de jamón -podrían ser un poco más ligeras, pero correctas de sabor-, una ensalada fuera de la carta -muy buena- y caracoles -mal.
Como plato principal nos ofrecieron el cabrito deshuesado de la carta, pero con miel y guarnición de shitake (setas japonesas) -muy bueno pero faltó algo más de guarnición- y carrillera de ternera con foie -deliciosa.
De postre, unos riquísimos buñuelos de chocolate.
Bebimos una botella de Mauro -tuvieron el detalle de decantarlo y airearlo- y una copa de vino naranja con el postre.
Como no se puede fumar en el comedor, tomamos los cafés en el bar, donde también sirven tapas si se prefiere una comida más informal.

Teniendo en cuenta la juventud del equipo, si siguen progresando puede llegar a ser un más que digno sucesor de Cal Morell, con el incentivo añadido de un plus de originalidad en su carta y un servicio mucho más simpático.

A destacar: la variedad de vinos dulces y licores de postre.
A mejorar: los caracoles. Impropios de un restaurante leridano que se precie de serlo.

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