Un compendio de lujuria gastronómica en el que se permite el disfrute en grado superlativo. Santuario organoléptico donde todo está dispuesto para ofrecer serenidad, privacidad, y placer (mínimo de 6 personas y por encargo). Cocina de mercado con 2 opciones: menú pequeño (el que tomamos) y gran menú (no concibo a imaginarlo!). Bajando las escaleras tras entrar en la tienda está el cielo!, la bodega y la sala, ambos perfectamente climatizados con un fabuloso sistema de aireación. Sobriedad rodeada de pared de piedra. Servicio muy profesional y nada distante. Los platos del menú son de gran calidad y preparados con destreza (entre ellos: ventresca de atún muy tierna, bacalao a baja temperatura algo salado pero sabrosísimo, y genial la bavaroise de cafe), permitiendo la gula pura y dura en algún caso (fabuloso el rabo de buey). Como aperitivo tartar de ternera (ideal..al gusto!) acompañado con Special Cuvée. Lo regamos todo con Placet 2002, Organistrum 2002, Ànima Negra 2001, 200 Monges 1998 y Oremus Tokaji 3 puttonyos. Entré a las 14h y a las 19h tuve que marchar en plena tertulia. Felicidades Jordi!.

No he hecho ningún ágape formal pero sí que disfrutado un par de veces de cenas ligeras después de alguna presentación o cata de vinos y creo que tengo una idea clara de lo que allí se cuece, como para opinar con conocimiento de causa.
No está permanentemente abierto al público. La oferta habitual es ocupar el local con una comida/cena basada en un menú degustación para un único grupo, con reserva previa. El trato es personalizado.
El local es espléndido, tranquilo y muy confortable. La comida es realmente espectacular. Cocina de autor, creativa pero manteniéndose simple y muy sabrosa. La técnica es impecable, siempre procurando potenciar el sabor de la materia prima y poniendo énfasis en ofrecer texturas de éxtasis. Realmente me ha impresionado alguna textura. La carta de vinos no la he visto pero sí la bodega climatizada, que está allí mismo. Calculo que habrá unas 200 apetecibles referencias. El servicio del vino y la cristalería son impecables y el precio es de tienda (Gago 15€

Todavía una suerte encontrar sitios como el punt gastronomic.
Lugares donde el comer es un placer para todos los sentidos, donde uno disfruta de platos exquisitos, que no sofisticados, donde se percibe todo el sabor de lo ofrecido, con toques de imaginación, por combinación de sabores y presentación.
Un lugar exclusivo por privacidad, y super calidad de servicio, con una selección de vinos, no extensa pero si completa en cuanto a calidad y exclusividad. Un lugar para visitar y disfrutar en tranquilidad, y con buenos alimentos.
Enric

Un auténtico oasis gastronómico: 3 cocineros, 1 camarero, 1 única sala privada para no más de 18 personas (recomendable grupos de 10-12) y una capacidad para sorprender a noveles y veteranos (por muchas veces que acudas). Menús para paladares que saben apreciar una altísima calidad combinada con una dosis extra de imaginación acertadísima (con más de 7 visitas realizadas puedo afirmar haber degustado más de 130 platos diferentes, del total de los 140 servidos, siempre diferentes!).
Excepcional el servicio: atento pero no molesto.
Una gran virtud: amplia carta de vinos (recomendable hacer caso de las sugerencias de Jordi) que complementa a la perfección los platos servidos, a precios de bodega, no de restaurant.