Cocina ¿vasco-andaluza...?

Local con una pequeña barra en la entrada y varios comedores. Decoración rústica en tonos oscuros con predominio de la madera. Servicio despistado y poco amistoso, con gritos entre ellos a la vista del público... con excepción del camarero que nos ha tocado, un santo varón. Muchas mesas, de tamaño justo y bastante juntas. Mantelería, menaje correctos. Cristalería sencilla. Iluminación más bien escasa. Carta muy tradicional con predominio de platos vascos. De platos andaluces, rian de rian. Carta de vinos no muy larga con predominio de referencias clásicas. No me he fijado en los precios.

Hemos pedido unas almejas con salsa verde (15,-€) maltratadas con un exceso de sal intolerable, el mismo defecto que adolecía el morro de ternera (11,-€). He necesitado de un par de copas de manzanilla (1,50€/ud.) para hacer frente a tanta sal :-D

Con un refresco (1,50€) y un par de servicios de pan (0,70€/ud.) que no hemos pedido pero nos han cobrado hemos acabado en este local... hasta las próximas calendas griegas.

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