Aprovechando nuestros últimos días por tierras cantábricas y por conocer algo diferente nos acercamos a comer el Jueves día tres de Mayo.
Acudimos sin reserva previa presuponiendo que no encontraríamos ningún problema tal y como así sucedió.
Restaurante integrado en el Hotel del mismo nombre,muy cuidado y con una buena decoración a modo de casona de piedra muy al uso de lo que existe por estos lugares.
Mesas muy bien puestas en un entorno cálido y acogedor a pesar de estar sólamente un par de mesas además de la nuestra ocupadas.
Al ofrecernos las cartas nos trajeron a modo de aperitivo un crujiente de langostino.Enseguida se aprecia que la orientación de la misma gira entorno al concepto de elegir un primero, segundo y postre además de la bebida por un precio de 25€ todo incluido.
Había algunos platos marcados que indicaban un suplemento en la citada fórmula.
Nosotros (dos personas) pedimos:
Ensalada de pulpo a la gallega; dos brochetas de pulpo pequeñas con patata y unas hojas de lechuga en el plato.Quizá lo más flojo de toda la comida.
Pisto con setas y langostinos; en realidad era como un revuelto de calabacín con poquito de tomate y unas setas con buen aroma a tomillo, dispuesto con un molde cuadrado.Un plato bien integrado en aroma y texturas."Escoltado" por un par de langostinos hechos a la plancha.
Para continuar, merluza en salsa ; una buena porción de lomo de merluza napado ligeramente por una salsa trabada pero sin ser protagonista, de marisco.Resaltar que la ración era generosa y con un punto del pescado impecable.
Para terminar con un postre de espuma de queso con frutos rojos; bien, sin ser pesado ni graso.
Hojaldre con helado de canela.Un hojaldre etéreo,lígero con una quenelle de un helado con intenso aroma a canela.
Para beber optamos por uno de los vinos ofrecidos en la propuesta: Un Vionta con D.O. de Rias Baixas del año 2008 que creo que fue de lo más oportuno atendiendo a los platos de nuestra comanda.Se trajo junto con la botella una camisa enfriadora para mantenerlo en su temperatura idónea.No pude ver la carta de vinos,pero me da la impresión de que no es su fuerte.
El servicio de vino se redujo a dar a probar y ya.
La vajilla y cubertería, modernas y en algún caso no muy funcional aunque nuevas o al menos bien cuidadas.Buenas servilletas de hilo.
Las cristalería quizá perdía un poco comparándola con el resto de elementos,pero consideramos que suficiente.
El servicio bien,discreto,el tiempo entre platos también.
La única pega que podría tener es la brevedad de su carta,que unida a su propuesta de menú pudiera acabar en reiteración en caso de frecuentarlo muy seguido.
Al salir me fijé que el entrañable restaurante El Casino (situado en la casa contigua) estaba como "muy cerrado" por lo que agradecería a algún compañero de foro cántabro, si me pudiera indicar algo al respecto.
Sin ser un lugar sobresaliente, también me ha sorprendido la escasez de reseñas de este establecimiento.
Puede tenerse en cuenta para alguien que esté por la zona,y se quiera salir un poquito de las presentaciones tradicionales en un bonito entorno.
Precio total de 50€ dos personas, con el IVA incluido.