Si eres de esos a los que les gusta esos locales suntuosos, con mesas perfectamente vestidas y ampliamente separadas, cubertería y cristalería de las caras, sommeliers, jefes de sala, camareros, pendientes en todo momento de rellenarte la copa y dándote el coñazo sobre las añadas y los maridajes de su extensa y cara carta de vinos, con chefs mediáticos que salen a saludar y hacerse fotos con los comensales, mientras el pobre comensal con una sonrisa forzada intenta masticar disimuladamente el pedazo de entrecot…… ni se te ocurra aparecer por aquí.
Si por el contrario lo que te gusta es el muy buen marisco, la mejor comida a un precio espectacular, y te la suda todo lo que esté fuera del perímetro del plato,….. ni lo dudes, pasa pa dentro que vas alucinar.
Hacia unos años que no lo visitaba y ha habido cambios, han pintado la fachada. Ver ANTES, y ver AHORA, en mi opinión, ha perdido parte de su encanto, sigue alejando finolis y remilgados, pero no tanto como antes.
Afortunadamente en el interior casi nada ha cambiado, bueno, sigue la puerta anunciando el “retrete” pero han cambiado la letrina por un wáter de los modernos, supongo que a las mujeres les habrá parecido bien el cambio. Conyo que me olvidaba, el local ha cambiado de propiedad, ésta corre ahora a cargo de Tino y Carmen, a los que agradezco la amabilidad y atención que han tenido con nosotros.
Tras hojear las bandejas del mostrador, y echar un vistazo a la colección de la estantería, nos ponemos en las manos de Tino. Como no era nuestra primera visita teníamos claro lo que queríamos, así que sin más dilación y como diría un buen amigo…… ¡que salgan las bailarinas!!!
Naturalmente elegimos a la más guapa.
Y empieza el festival como no podría ser de otra manera en este tipo de local con un vermouth, con sifón claro. No soy yo muy de vermouths, pero había que estar a la altura y acompañado de unas gambas saladas que nos pusieron para probar, al final cayeron un par o tres de vasitos.
Como las gambitas estaban muy ricas, y el vermouth también, seguimos con más Gambas saladas. Y seguimos dándole al vermouth.
Y seguimos con unas Almejas. Espectaculares, una sencilla salsa a base de aceite, limón, y pimienta, que nos entusiasmó y nos obligó a reponer la panera, (por cierto, el pan de bueno a muy bueno).
Y con unos Percebes. Ya lo dice el dicho gallego: "Opercebe como o carallo do home, corto e gordo". Por poner un pego quizás les faltó un poquito de sal, aunque se podría achacar a las reminiscencias del plato anterior y deberíamos haber pedido antes los percebes.
Y como último de los entrantes, unos Calamares a la andaluza. Buenos, muy buenos.
Y por fin el tan esperado Bogavante de Cal Siscu. Un bogavante de kilo y algo con una especie de salsa americana que al incorporar una picada me recordaba a la salsa de romesco. Un plato para disfrutar, pero….. estamos en Can Siscu, así que.
Tras acabar con el bichito y mojar pan en la salsa hasta la saciedad, seguía sobrando salsa, y entonces es cuando llega Tino y te propone un Final Feliz. Si aceptas, se llevan la cazuela a la cocina y te la devuelven en unos minutos con unos huevos fritos acompañando la salsa. Y si el plato con el Bogavante estaba bueno, con los huevos fritos está para pedirle la mano al cocinero y llevártelo a casa. (Aclaración, eso del final feliz es invento mío).
El Postre:
Imposible, no teníamos sitio para nada más.
Para beber:
Un Cava Torelló y agua.
La Cuenta:
167 euros para tres personas. Un famoso torero definiría esta relación calidad precio simplemente con tres palabras. ES-PECTA-CULAR.
He tardado mucho tiempo en volver, demasiado, y ahora que está solventado el problema del apartamiento me van a tener que sacar de allí con sacacorchos.
Un restaurante en el que se positivamente que muchos de vosotros disfrutaríais como he disfrutado yo, y como volveré a disfrutar a la mínima oportunidad que me surja.