Primera salida de nuestro recién constituido grupillo de amantes de la cocina y visita a uno de los restaurantes mejor valorados en esta página ¡Y con qué razón! Expectativas cumplidas con creces y sensación final de velada redonda de las que cuesta volver a repetir. Todo, absolutamente todo destacable y voy a intentar explicar porqué.
Mesa reservada desde hace un par de meses. Atención telefónica ya destacable. Se comprometen a ponerse en contacto conmigo antes de la cena y, efectivamente, me llama el maitre el día anterior y concretamos algunos detalles. Ambos coincidimos en que lo mejor es recibirnos en un salonoete privado ¡Sabía decisión! Seguro que satisface a todos: al resto de sufridos comensales que llenaban en gran parte el comedor, a nosotros por la intimidad y al servicio que anda menos apurado ante el bullicio que arma cualquier mesa grande.
Llegamos. Local precioso, pero precioso de verdad. La entrada, los jardines, el recibidor... El reservado espectacular: materiales nobles, iluminación perfecta resaltando la mesa y los platos que se servirán en ella, mesa amplia, sillas cómodas... Mención aparte para los servicios, muestra espectacular de diseño y elegancia.
El personal del restaurante resultó ser el mejor que jamás he visto hasta ahora, no por su hacer, que ya de por sí es inmejorable, sino por su estar, su saber estar, mejor dicho. Para nada estirado, pero no servil (me siento mal ante el servilismo), encontrando el punto justo entre lo campechano y lo cortés (no quiero decir que ambas cosas estén reñidas, pero no sé como expresarlo). El maitre nos explicó con sabiduría y pasión la filosofia del equipo de l'escaleta y todas las opciones de la carta (aún estando el menu elegido de antemano) y nos dió a ojear la carta para conocer más la cocina del sitio. Accedió a servir a uno de los comensales algo diferente al menú acordado, aunque se se suele servir menús a mesas completas. Gracias por el detalle.
Durante la cena no falto detalle: agua constatemente en los vasos, tempo de los platos, ceniceros constantemente limpios, aún llevando con nosotros fumadores compulsivos, explicaciones a los platos, visitas del maitre para ver que tal íbamos... Una mención muy especial para el somellier que nos explicó uno a uno los vinos que había elegido para maridar cada plato transmitiendo en ello gran conocimiento y autentica pasión por el mundo del vino. A unos completos principiantes como nosotros nos resultó muy ilustrador y enriquecedor.
Pedimos cervezas (Heineken en presentación especial), refrescos y Vermouths (Perucchi) para acomodarnos. Para comer, excepto la persona reseñada, optamos por el menú Sabor: dos apretitivos, tres entradas, pescado, carne y dos postres (55 euros) con maridaje de vinos (42 euros). Paso a detallar (voy copiando del documento que nos entregaron al final de la cena: gran detalle):
- Corte helado de Ajo y Pericana: Aperitivo genial con una especie de allioli frío presentado con crujiente de pericana.
- Golosinas saladas: cebolleta, pimiento... presentados en porciones minúsculas pero con aliños sorprendentes. Curioso el detalle de comer con pinzas.
- Ostra con soda de espárragos y flor de pimienta Sechuan Button (C. Von Schubert - Maximin Grunhaus Abtsberg Spärlese 1996): Increible la combinación del espárrago y la ostra, como si estuvieses engendrados tal para cual. Genial maridaje con la dulzor del vino.
- Royal fría de giraboix con sardina caramelizada, piñones... (Tardieu - Laurent Hermitatge 2005). Uno de los platos triunfadores. Gustó mucho por la contundencia sabrosa de la sardina y la combinación con los dulces del plato.
- Navaja con tubérculos dulces y emulsión de su coral (Champage Louis Roederer Brut Premier). Según nos explicaron la navaja se preparaba a la brasa, cosa que no dudo, pero que me predispuso a esperar otro sabor que no noté. Me pareció cocida. Aún así plato correctísimo con el toque crujiente y dulce de la chufa y el tupinambo. Exquisito el champagne.
- Lomo asado de mero con algas de mar y tierra (Didier Dagueneau Blanc Fumé de Pouilly 2004). Jamás me cansaré de comer pescado de roca asado. Espectacular con el toque atrevido de las algas (un trago marino 100%). Del Sauvignon Blanc ni hablar: para tocar el cielo.
- Pechuga de pichón rosado con sustancia de arroz venere (Descendientes de J. Palacios Moncerbal 2001 - Bierzo). Ovación y vuelta al ruedo ¡Menudo plato! Que tiemble la carne de vacuno ante esta preparación. Nos encantó a todos por su sabor y los puntos de coción de la carne y el arroz. Sobre el vino un desconocido más que añadir a los Bierzos, vinos que me gustan particularmente.
- Nuvolet de azahar con natillas y sorbete de naranja sanguina (Wittmann Albalonga BA 1999): postre delicioso. De antemano me hubiese decantado por el segundo (mi pasión por el chocolate) y resultó gustarme más este primero que el siguiente. El vino dulce delicioso.
- Brownie de chocolate con crema helada de cacahuetes (Porto Niepoort Tawny 30 años): Rico, rico.
Después tomamos cafés, infusiones, algunos licores y unos espectaculares Gin Tonics con G'Vine con Fever Tree.
Otra mención muy especial para la vajilla, la critalería (toda Riedel), la mantelería...
Por último reseñar la magnífica RCP, que yo puntualizaría como RCSP (Relación Calidad Servicio Precio). Todos los comensales coincidimos en que tal experiencia a ese precio es un gran regalo que hay que agradecer. Más aún cuando comprobamos que nos habían invitado a las últimas copas. No merecíamos tanto, de verdad.
De todo lo dicho cualquier lector deducirá que quedamos más que contentos y así fué. Y confiando en que algún miembro del equipo de l'Escaleta también lo lea, me permito la licencia de enviarles desde aquí la mas sincera enhorabuena y un enorme agradecimiento por habernos "aguantado" con tanta simpatía y profesionalidad. Nos vemos!