Hacía ya tiempo que no visitaba este restaurante y la excusa perfecta fue

Hacía ya tiempo que no visitaba este restaurante y la excusa perfecta fue un cheque-regalo con una cena para dos. Consistía en un menú degustación maridado con cinco copas de vinos diferentes. En cuanto a decoración, resulta atractiva la entrada aunque la sala es algo pequeña para el número de mesas existente y la solución de las separaciones con telas no me convence. Buena cristalería (Riedel) y buen ritmo en la entrega de platos y servicio de los diferentes vinos. Original el sistema de mesita plegable que utilizan los camareros cada vez que sirven un plato (aunque les debe dar mucho trabajo :-). Empezamos con una copa de Champagne Mumm Cordon Rouge, algo neutro, que acompañaba unos originales snacks, en el que destacaban unas cortezas caramelizadas con sésamo, junto a unas arbequinas. A continuación una tacita de excelente sopa caliente de boletus, magnifica para templar el cuerpo. En cambio me parecieron más neutras la sardina con mermelada de tomate y queso fresco. Tomamos dos blancos de una bodega alemana (Heiner Sauer, en Pfalz –Palatinado). Un chardonnay muy interesante y un Riesling Kabinett al que encuentró poco expresivo.

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