Hace poco he vuelto con unos amigos a este restaurante y la línea se ha consolidado y ha mejorado. Parecen haber encontrado un hueco en la zona y han afianzado su tendencia de innovación sensata. Los pescados reciben tratamientos muy suaves para respetar su textura y sabor. Destaca el mero en papillote. Disfrutamos con una buena cecina con queso de cabra caramelizado. Al típico rulo de cabra le venía bien la caramelización para suavizarlo. También falso ravioli de pulpo, donde el "ravioli" estaba hecho de láminas de calabacín. Además del mero, tomamos rape y manitas de cerdo con langostinos, que es un clásico de la casa. En los vinos mantienen la tendencia a marcas menos conocidas a buen precio. Esta vez bebimos Nora (Rías Baixas) y Morlanda (Priorat, blanco) Con bodega y cafés, no llegó a 50 euros por persona.
¿Nadie más que lo conozca se anima a opinar? ¡Va a parecer que soy de la plantilla!

Local destacado en un entorno de dominio absoluto de la cocina tradicional. Mucho más cuidado, con alguna "audacia" culinaria para el promedio de la zona. La sala, confortable y espaciosa, con un buen director pero con personal inexperto, lo que resta algo de calidad al servicio. Carta suficiente, complementada con sugerencias según mercado, siempre interesantes. Cocina honesta. También se "atreven" con algún vino no común por estas tierras. Buena relación calidad-precio. Raciones abundantes.