El restaurante es preciosos, sublime la presentación de las mesas, cubiertos de alpaca, muy bien uniformados los camareros, y buena pintura decimonónica, el entorno invita a disfrutar. Estuve allí en el cumpleaños de mi hermano, y decidimos tirar la casa por la ventana, toda la comida a base de Moet Rosse, la verdad es que las copas muy correctas y lo bastante frío, bebimos un tres botellitas... De comer ostras, alcachofas con cigalitas, carabineros, jamón y croquetas de marisco creo recordar, eso de entrantes, luego para comer mi novia solomillo con muy buen punto (no me resistí a probarlo) Mi hermano no recuerdo muy bien, mis padres bacalao al pilpil y mi madre solomillo también, pero lo estropeo pidiéndolo muy pasado. Yo pedí unos chipirones en su tinta buenos de verdad. De postres solo recuerdo el mio, no se como calificarlo, una barrita de chocolate con sopa de piña. Pagamos los 5 600€ un poco más. Pero después de beber así de bien... (las chicas se decantaron por el agua jaja).

La sumiller muy amable en otra ocasión me facilitó una tarjeta con varios vinos navarros como recomendación, ante una serie de preguntas que respondió muy afable. (Así descubrí el Finca La cantera)

Propiedad de la familia Eciolaza Oscaiz, en su tercera generación, este restaurante clásico de Pamplona lo es también en su cocina y en la decoración, con mesas amplias y excelente servicio. Compartimos mesa 5 personas, con un trato exquisito por parte de una de las conocidas hermanas. Tuve la mala suerte de que no estaba su sobrina, que es la persona que se encarga del vino, así que sin guía sobre los vinos navarros, nos decidimos por lo que no falla en Navarra: Un Chivite 125 Tinto del 2001 (el último) con un precio correcto (30eur). Copas algo pesadas pero correctas, buena temperatura, pero servicio del vino corriente (repito no estaba la persona). Carta con unas 100 referencias. Nos dejamos aconsejar por la casa, quien nos recomendó los huevos con foie y unos hongos de la zona que estaban sublimes. Los segundos fueron variados, si bien el solomillo de buey no era muy tierno a pesar de pedirlo vuelta y vuelta. Pedimos un Pago de Cirsus para acompañar los segundos y cerramos la noche con unos pacharanes propios de la zona (casero). En resumen : Cocina clásica y honesta y productos excelentes. Destacar todas la verduras, típicas de Tudela y alrededores, y el servicio nuevamente.