Restaurante situado en pleno casco antiguo de la ciudad, en un edificio

Restaurante situado en pleno casco antiguo de la ciudad, en un edificio que data del siglo XVI, con unos arcos góticos preciosos. Cocina moderna y un poco arriesgada, con todos los pros y contras que eso conlleva. De las personas con las que yo iba, unas salieron satisfechas y otras no volverán. Yo personalmente comí muy bien, y en concreto el segundo plato, confit de pato deshuesado en rollo de primavera, para mí fue un plato de 10. Vajilla, cubertería y cristalería suficientes. Carta de vinos correcta, sin referencia de añadas. Lástima que el maitre nos recomendara un vino joven navarro, que resultó ser uno con bastante barrica. Sólo encuentro una motivación económica a una cosa así. Lo peor del restaurante es que la sonoridad del local es muy mala, y tienes que hablar altísimo para poder mantener una conversación. Queda corto en el servicio y la espera entre plato y plato es un poco larga.

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