Buen servicio

De visita en Burgos nos acercamos a conocer este restaurante por las referencias que vimos por aquí. En cuanto entramos nos dirigieron a una mesa amplia y bien vestida, y nos entregaron la carta para elegir. A pesar de que ofrecían un menú degustación y otro típico castellano que tenían buena pinta, optamos por pedir a nuestro gusto. En la breve espera entre que nos tomaron nota y nos trajeron el primero nos agasajaron con un buen aceite para untar y unas albondiguillas.

Como primero compartimos unas láminas de berenjena rellenas de gallo de corral, una adaptación de la musaka que resultó sabrosa y original. Como segundo yo pedí una paletilla de lechazo deshuesada con salsa de boniato; buen género, bien presentado y ración adecuada.

Mi acompañante no terminaba de decidirse y a sugerencia del camarero pidió la entraña marinada. Cuando llegó no le gustó el intenso sabor de la marinada, y en cuanto se dio cuenta el camarero rápidamente nos ofreció cambiárnoslo por otro plato, que terminó siendo una media ración de un jugoso y sápido solomillo a la plancha.

Como postre nos decantamos por el Conguito, una curiosa reinterpretación de la golosina infantil que se presenta como una fina esfera de chocolate que se deshace al derramar sobre ella el mismo material caliente. Infalible.

No tomamos café, pero de todas maneras nos obsequieron con una bandejita con unas pastas y otros dulces. Buen detalle.

Como ya se ha destacado en otros comentarios, la carta de vinos es muy amplia y bien surtida. Me sorprendió que ni me la trajeron inicialmente ni me la ofrecieron al preguntarme por la bebida; tuve que ser yo el que la reclamara. Los precios en la línea habitual de los restaurantes, más o menos el doble que en tienda. Nos decantamos por un Lindes de Remelluri viñedos de Labastida 2011 (19,50€), un valor seguro. Al pedirlo nos cambiaron las copas por unas Riedel y por lo demás el servicio se limitó a descorchar correctamente la botella y darla a probar. Temperatura adecuada.

La carta de postres incluye igualmente unas 10 referencias de vinos dulces por copas, de las que me llamó el Cantocuerdas moscatel (4,20€), que nuevamente descorcharon en el momento.

El servicio fue en todo momento atento y agradable pero sin resultar atosigante, y tuvieron el buen detalle que ya comenté con el segundo de mi compañera. Pagamos algo más 40€ por cabeza, lo que me parece bastante ajustado visto el buen nivel demostrado. Un lugar para repetir.

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