Irregular
Lunes a mediodía. La primera sala, llena, con mesas bastante juntitas. La segunda, vacía. Consecuencia: mucho ruido en la primera sala. Decoración moderna pero no minimalista, plasticosa, ni bien ni mal, sino insustancial. Mantelería y cubertería bastante bien (¡no papel!), copas y vasos normalitos. Entramos a las 14.10h., nos sientan y tardan 25min. en preguntarnos qué queremos. Estábamos a punto de irnos.
Menú de primero, segundo, postre y pan a 11'50 + Bebida + IVA. Éramos dos, pedimos diferentes platos y compartimos, así que hablaré de todos. Olivitas para picar por cuenta de la casa, buenas, pero nos las retiraron inexplicablemente al llegar el primero sin tan sólo preguntarnos. De primero, una crema de aguacate aguada e insípida que ni siquiera pudimos acabarnos, y un hojaldre que parecía industrial. De segundo, salta la sorpresa: un pollo rebozado con salsa de cerezas bastante bueno y bien resuelto, y una dorada perfectamente cocinada, muy sabrosa, y con un arroz de base bien hecho. Los postres, un blanco y negro (café granizado con leche merengada) y otro de juego frío-caliente que no recuerdo bien, pero ambos correctos, incluso arrancaban alguna sonrisa.
Menú con dos Mahou ***** (que querían servirnos en copas de vino.. ¡!) y una Lanjarón de 1L., 16,25 por cabeza.
Servicio poco profesional, o tenían un mal día, pero esforzado y agradable.
Moraleja: no pidan entrantes. Y pidan pescado.
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Me da igual que me sirva Ducasse o Manolo el del bar de la esquina. Me da igual pagar 5 pavos por un bocata y una Estrella o 200 por un degustación maridado. No creo que esperar 25 minutos a que te pregunten qué quieres beber sea de recibo en ninguno de los dos casos. Y unos platos insípidos no son perdonables ni siquiera cuando yo mismo me los cocino, en mi casita.
El argumento de "por ese precio qué esperabas" es muy cómodo. Sé, o creo saber, lo que le puedo pedir a un sitio de menú 15 pavos que pretende un mínimo nivel. Y esas dos cosas están dentro de lo que le puedo pedir.