Voy a intentar ser respetuosa, como se me pide:
1_Si alguien elige el tipo de menú que va a tomar por el precio que tiene, empezamos mal, pero que muy mal.
2_Son dos postres, siempre.
3_El rollito con chistorra iba completado con una salsa de queso de cabra, que el cliente pidió que no se le pusiera, por lo tanto era el "Sabor" que faltaba en el plato.
4_Totalmente falso lo del cambio de copas al final.El cliente decidió por sí mismo que quería una copa "más grande" antes de abrir el vino, todavía no entiendo porque porque la que estaba en la mesa era la adecuada para un vino con las variedades de uva y la crianza del Megala.Todo nuestro vino se conserva en cavas Lieber a 14 grados, si se le quedó caliente sólo tenía que pedir que se le enfriara.
5_Yo no soy la colega de nadie, y menos de mis empleados, y no soy prepotente, pero si yo le ofrezco un pescado gratinado y usted presupone y me dice que para gratinar tiene que ser con queso, mal vamos, y simplemente le expliqué como era el gratinado a su cara de asco al mencionar el queso, que por supuesto no llevaba la caballa.
Me alegro de que dude en volver.
Visita para probar menú de mediodía a poco menos de 11 euros. Las opciones
Visita para probar menú de mediodía a poco menos de 11 euros. Las opciones de carta ya superan por precio ampliamente el del día, por lo que la elección fue fácil. El restaurante dispone de dos zonas, con escasa separación entre mesas, pero sin invadir la intimidad.
La alternativa son tres primeros, otros tantos segundos y un postre. Bebida y café, obviamente, aparte.
La comida consistió en una ensalada con queso de feta, normalita, pero bien aliñada con la vinagreta, y un rollito con chistorra de escaso sabor. Raciones muy justas.
De segundo un lomo de cerdo (bastante duro aunque de tamaño generoso) con salsa y gnoqui y una caballa gratinada con ajos tiernos y yuca encebollada, lo mejor del menú, completado con un brownie con helado de frambuesa y un carpaccio de piña con arándanos aceptables.
Correcta carta de vinos. La elección fue un Megala (17,50 €), que se quedó caliente al final de la comida. Hubo que pedir cambio de copas para degustarlo, pero de perfil incorrecto para un tinto.
El camarero de acento italiano mucho mejor que su colega femenina pelín prepotente con los clientes, que no tienen la obligación de conocer toda la preparación, cocción, ingredientes y presentación de la oferta. Dudo en volver y más teniendo en cuenta las perennes obras en la calle Conde de Altea. Habrá que dar una nueva oportunidad, pero dentro de un tiempo.