Bonita masía restaurada con encanto exterior e interior. Nos pusieron en

Bonita masía restaurada con encanto exterior e interior. Nos pusieron en uno de los pequeños comedores que quedan muy íntimos. Servicio atento, correcto y profesional. Copas Riedel para vino y agua. Carta de vinos extensa y variada con el error de que algunas añadas no se corresponden con las reales, lo que nos ocasionó un pequeño problema (del cual comparto la culpa), pero que resolvieron de forma muy amable y profesional no cobrándonos el vino (excelente detalle, ya que el maridaje salió perjudicado). Pan chapata, bueno. 2 aperitivos de la casa, saltado de "espardenyes", coca con sanfaina y queso, magret con vieira y cocochas de bacalao, todo bien tratado, con presentaciones cuidadas sin exageraciones ni "pretensiones". Postres muy correctos, especialmente bueno el "mató de drap". Café con "petit fours" correctos, pero servido en taza de propaganda (nada adecuado) y azúcar en sobrecillo. Unos 40 euros por persona, sin el vino.

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