Ayer disfrutamos de una de las mejores comidas del último año, por no decir la mejor. La ocasión merecía un lugar especial y aprovechando que el fin de semana estábamos por el pueblo nos decidimos por ir al Julio. Ya hacía tiempo que tenía ganas de ir pero por diversas circunstancias se nos había resistido. Además, las expectativas eran muy buenas, sobretodo después de los últimos comentarios leídos en Verema.
Optamos por el menú gastronómico largo (hay uno más corto y otro llamado “nuestros clásicos” muy interesante). Comimos:
- Pequeños aperitivos: nada más llegar unas almendras y unas aceitunas buenísimas que acompañamos convenientemente de un fino y una manzanilla. A continuación nos sacaron un atún maridado con soja, pura mantequilla, y helado de apio, crema de almendras amargas y aceite de oliva, deliciosa combinación. Sorprendente ese helado de apio que con un punto dulce combinaba estupendamente con la crema de almendras amargas. A continuación unos “chips” de patata, remolacha, plátano y alguna otra cosa, muy ricos. Ah, olvidaba los 5 tipos de panes y un delicioso aceite de oliva picual de Toledo si no recuerdo mal.
- “Bollit”: homenaje a la tierra! Miniverduritas cocinadas al dente y el caldo emulsionado con citronella y aceite de oliva, con esa textura densa, buenísimo. Hasta mojamos pan y todo, jeje.
- Sobrasada, yema de huevo escalfada y pan crujiente: lo tomó Rosa. Le encantó. Yo como no soy muy de sobrasada tomé un terrina de blanco y negro y huevo escalfado con reducción de jugo de pimiento rojo. Brutal combinación. El blanco y negro estaba hecho con pasta de longaniza y morcilla de cebolla de Ontinyent y un poco de patata para compactarlo.
- Pulpo a la plancha con salteado de patata y manzana acompañado de jugo de su cocción: bien, aunque quizás fue el plato que menos me llamó la atención.
- “Arròs de putxero”: otro homenaje a la tierra. Delicioso arroz meloso con minipelotillas de carne y diversos tubérculos como zanahoria, nabo y chirivía en trozos pequeños. Os juro que me vino a la cabeza el “putxero” que hacía la abuelita Teresa por navidades.
- Ijada de atún rojo de la almadraba de Barbate: producto, producto y producto. Y bien tratado, marcado por fuera y jugoso por dentro con esa grasa que le da una untuosidad… buf, para soñar!
- Carré de cordero a baja temperatura: lo tienen 10 horas cocinándose a 65º y después reducen la salsa. Muy bueno.
- Degustación de quesos: Morbier, Majorero, Montes de Toledo, Comtè y Cabrales. Pues eso, una buena tabla de quesos antes de los postres, como mandan los cánones franceses. Es una costumbre que cada vez más se está imponiendo en los buenos restaurantes de este país y que a mi personalmente me encanta.
- Sobao pasiego con helado de arroz con leche: muy bueno. Nos explicó Julio que el sobao es menos dulce de los habitual porque el dulzor ya lo aporta ese helado de arroz con leche tan rico. Homenaje en este caso a la tierra del cocinero, que nos comentó que es cántabro, de Torrelavega.
- “El gust per la terra”: chocolateeeeee!!!! Postre para los fans del chocolate como uno mismo. La base está hecha de una especie de “tierra” elaborada con chocolate pero sin azúcar, es más, yo le encontré un puntito salado. Después por encima unos “sarmientos” hechos de chocolate duro por fuera y con una crema de chocolate por dentro. Para acabar una mousse de yogur. Combinación extraordinaria, sobretodo la del chocolate dulce de los “sarmientos” con la “tierra”.
Para beber tomamos:
- Fino la bota nº 27 de Navazos.
- Manzanilla AB Barbadillo.
- Egly Ouriet VP.
- Goliardo 08.
- Vin Jaune 02, Stéphane Tissot.
- Oloroso Maestro Sierra VORS.
- Malus Mama (sidra hecha con 5 variedades de manzana).
- Taylor’s Tawny 20 años.
El servicio perfecto, tanto el del vino como el de los platos con las explicaciones pertinentes en cada caso. Tanto Julio como la otra chica que nos sirvió, muy amables y atentos pero sin hacerse notar. Panes de 5 tipos, como he comentado (con tomate y orégano, con pasas y nueces, con boletus eulis, pan blanco y coca de aceite con cristales de sal) todos muy buenos. Carta de vinos muy interesante y a precios más que razonables. Raciones abundantes, uno no se queda con hambre, os lo digo yo que no estoy como estoy del aire :-D Café excelente para acabar una comida en consonancia.
En fin, una experiencia a recordar. Muy recomendable, yo repetiré en cuanto pueda.