La michelin ha sido muy justa

Sin querer llegar a mago diría que la estrella obtenida este año por este magnífico restaurante durará mucho tiempo.
Un servicio de sala atento, entrañable, con ganas de que el cliente se sienta comodo en todo momento. Una comida, el menú degustación probado el domingo 1o de enero, que aúna búsqueda en la tradición (una sopa de novia con un caldo denso y sabroso que invita a dejarse seducir por él) con fuegos artificiales minimalistas (tallarines de sepia con langostino -algo seco-) que sin estar a la altura de un perfectamente ejecutado pichón de bress, dejan siempre sonriendo y feliz al comensal. Y un esturión en la misma línea de los tallarines. Cocina sin problemas pero sabrosa.
Unos estupendos vinos (tiara, terroir al limit,o el oro de ordoñez, acompañaron una comida interesante y agradable.
Casa Julio tiene muchas ganas, y se nota en el equipo de sala y en el de cocina, de ser un restaurante que no pase desapercibido.
Mis feliciaciones.

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