Decorado con un estilo moderno, minimalista, con paredes y suelo de iroco

Decorado con un estilo moderno, minimalista, con paredes y suelo de iroco y granito.

El menú se basa en lo que podríamos denominar “cocina creativa”. La vajilla, cubertería y cristalería (spiegelau) son modernas y están a la altura.

La carta de vinos está, algo desequilibrada por la falta de vinos blancos, predominando los de la zona, aunque tiene en cuanto a tintos una completa selección de vinos de vanguardia a muy buenos precios. También se pueden degustar por copas una selección de cinco vinos dulces.

El servicio es joven, atento, dispuesto y muy profesional con detalles muy significativos como cambiar el servicio entre plato y plato, envinar las copas y explicación de platos y vinos.

En nuestro caso tomamos: un aperitivo (gentileza) de salmón marinado y un magret de pato con salsa de mango, tagliatelle de calamar con salsa de tinta y hamburguesa de sepia y calamar, que estaba estupendo, ensalada especial, la de toda la vida pero con materias primas de calidad, muy honesta, arroz a banda (extremadamente sabroso, con tropezones, buenísimo), un prepostre (gentileza) sorbete de cítricos sobre espuma de frutos rojos (lo que menos me gustó), un postre: quenelles de nata de café, chocolate y helado de menta sobre sopa de cacao y un café de colombia (muy bueno). Para beber, además de una botella de agua mineral (1 lítro), nos decantamos por un novedoso Reixiu de la bodega Heretat de Taverners. Todo ello por 65 euros dos comensales. ¡Muy Recomendable!

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