Solo quien lleva mucho tiempo alejado de la buena gastronomia casera del pais vasco sabe apreciar unas buenas y autenticas alubias rojas al estilo tolosarra... Gracias Javi por ese reencuentro con la gastronomia propia.

El trato no fue lo que nos esperabamos, un servicio mas preocupado por vender que por atendernos, las copas muy bonitas pero las de las estanterias, por que las nuestras mas bien eran de un restaurante de supesta menor calidad, todo por no elegir me imagino un vino de mayor calidad o mejor dicho un mayor precio, la comida con una presentacion muy simple y de calidad la justa, la carne la pedimos al punto y aquello mas bien parecia un trozo de lomo seco que un solomillo, los postres, lo cierto es que buenos, claro esta que el merito no era del cocinero, sino de los proveedores que se los suministran, salimos por 40E por persona demasiado para lo que fue la cena, en definitiva no nos quedamos con un buen sabor de boca, no es un local al que volveria ni recomendaria.

El local tiene un serio problema de acústica. Con 3 mesas ya había que levantar algo la voz; cuando llegó una mesa de 20 comensales el ruido se convirtió en ensordecedor.
La carta de comida (cocina vasca se subtitula el restaurante) es bastante escueta, con unos pocos entrantes y 4 o 5 clases de preparación de carne y de pescado. La elaboración muy irregular: mi bacalao pil-pil estaba algo duro, mientras el de al lado con buen punto de cocción. Carta de vinos centrada sobre todo en tintos de Rioja, con algunos vinos valencianos y de la Ribera del Duero. Armarios de conservación y servicio a temperatura correcta. Copas flojas (aunque en la estantería se veían mejores copas, que se suponen para los vinos de más caché), y servicio del vino descuidado (¿Cómo se puede apurar una botella de vino rellenando las copas, todavía con vino, casi hasta el límite de su capacidad?). Con un Les Alcusses (17€) para cuatro salimos a 30€/persona.