Con la Q de calidad!

Avanzando en nuestro periplo, tocaba dirigir nuestro pasos a un viejo conocido en donde sólo he tenido experiencias satisfactorias: la gourmeterie Marquet, cuyo nombre, por cierto, hace honor a la verdad.

Situación y entorno: Al lado del hotel Roc Blanc, en la plaza en la que finaliza la Avenida Meritxell (y, por ende, la zona de compras). La plaza en cuestión es relativamente agradable, y se puede disfrutar porque el restaurante comentado dispone de una terraza con bonitas sombrillas de diversos colores, primer punto agradable del mismo. Accediendo a la parte interior, lo primero que queda a la vista es un pequeño habitáculo en donde se ubican algunos de los productos gourmets, la zona de cobro y dos escaleras: la que da acceso al restaurante, y la que da acceso a la joya de la corona: su majestuosa bodega.

El restaurante -situado en la parte superior- es muy agradable, con notas de modernidad (decoración del techo) mezcladas con motivos antiguos (báscula de peso). A la derecha la cocina y a la izquierda un salón diáfano, de no excesiva capacidad (reserva obligatoria). Mesas de tamaño correcto, sillas cómodas, buena separación entre mesas e iluminación casi natural -hay cristaleras-. Buena cubertería, muy buena vajilla -blanca, de diversas formas y tamaños-. Medios Manteles (lo más flojo), pero acompañadas de unas servilletas excelentes con una Q bordada en rojo. Copas Riedel. Suelo de madera reluciente. Limpieza absoluta. Baños impolutos. En fin, lo que uno se espera en un sitio con este nombre.

Servicio y servicio del vino: Excelente. Amable, muy educado. Camareros perfectamente ataviados. Sin prisas, pero sin esperas de ningún tipo. Rapidez en el tema de la comanda, con inmediata toma de la bebida y presentación de los panes, así como el aperitivo. Del vino, qué decir: además del coperío Riedel ya mencionado, la carta de vinos es muy completa -casi excelente-, con buena variedad de precios, siendo el propietario un gran amante de lo vinos. Aparte de los de la carta -que van, en cuestión precio, del X 1,2 al X 2,5 pudiendo beber muy bien si se afina en la elección-, están los “demás”, los de “abajo” (la bodega), los Cheval Blanc, los Latour, los Lafite, incluida alguna añada grande-, también Borgoña, Rhône, Vega Sicilia ... para una interminable lista que bien pudiera ser el deseo soñado por muchos de nosotros.

Por nuestra parte, repetimos el vino que tomamos la última vez, el Haut Beasejour, pero en cosecha 2009. Servido a adecuada temperatura. Muy rico para lo que se comió y a un precio muy asequible (30 euros). Hubiera sido perfecto si todas las veces nos hubieran servido el vino. Pero, aun así, todo muy bien en este aspecto, sin tacha o motivo de queja alguno. Al contrario, un disfrute.

Comida: Carta variada, con precios adecuados a la calidad del producto. Salmones, foies, quesos, caviar... Con otras posibilidades, claro, pastas, ensaladas, rissotos, carnes y pescados. Todo muy bien presentado, en cantidades más que aceptables y con algún toque de refinamiento. De los sitios que gusta estar. De los que te daría por probar un poco de todo.

Ello se confirmó con el aperitivo: una rica mini-tostada untada con abundante sobrasada, acompañada de un par de gotas de miel... Bien empezábamos.

En cuanto a los platos, y dado que llevábamos un cierto tiempo sin acercarnos a las especialidades italianas, optamos por pedir dos tipos de pasta distintos. Una de ellas consistente en macheroni negros con salsa de gambas y langostinos, muy sabrosa, con abundante presencia de estos últimos y una salsa muy bien ligada y ligera. Y unos espaguetis a la crema de pesto -rematados por dos galletas de queso-, buenos, pero con un sabor algo más atenuado, posiblemente por ser la salsa que acompañaba algo más simplona. La cocción, más correcta que en España, sin llegar al famoso -y, sin duda, acertado- “dente” italiano.

Satisfechos de lo anterior, y sabedores de que aquí la botella de vino había que acabarla, de segundo cayó un clásico: steak tartare, pero en este caso de buey. Aunque siempre que pido este plato sé que las comparaciones van a ser odiosas -el tartare del restaurante Palomeque de mi ciudad es inigualable-, lo cierto es que estaba bueno. Buen género, bien picada la carne, preparación en directo, doble prueba de sabor y picor!. Muy bien, acompañado de unas magníficas tostadas y de una buena ración de patatas servidas aparte y muy bien fritas.

Panes: Ricas las tostadas para el steak. Pan con frutos secos precortado y tostadas de foie. Acompañan la canasta de panes, dos envases individuales de mantequilla Pascual.

No hubo postre, aunque sí un café, para dejar un precio final de 88 euros/2 pax. A mi juicio, una buena RCP.

Y todo ello para terminar, como siempre, con las dos pautas que ya se han convertido para mi en una inveterada costumbre: a) Visita a la bodega acompañado del propietario para ver si “caía algo” -que no fue el caso esta vez-, y para admirar lo que allí se ve; y b) salida del local con una sonrisa y con el estómago preparado para dirigir mis pasos hacia la no menos tradicional cata de ginebras con que el amable propietario de la Cava Benito tiene el detalle de obsequiarme antes de elegir las que me llevo.

Cosas de la vida, que a veces nos deleita con estos momentos, los cuales estoy seguro que podrán experimentar en primera persona, en esta bella localidad andorrana, si se animan a seguir el sencillo recorrido aquí descrito.

  1. #1

    oscar4435

    No sabia yo que le daban tanto a la sobrasada en esta zona , que no conozco.

  2. #2

    Joaquin1965

    en respuesta a oscar4435
    Ver mensaje de oscar4435

    Yo también lo desconocía, aunque parece ser que es típica de la cocina casolana de Andorra. Bueno, el caso es que esta estaba bien rica. INteresante el toque de miel en la sobrasada.

  3. #3

    Kintiman

    Buenos recuerdos me has traído.

  4. #4

    Joaquin1965

    en respuesta a Kintiman
    Ver mensaje de Kintiman

    :-)

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