Nueva ocasión, esta vez con amigos, para visitar Arturo, restaurante con garantías de comer siempre bien. Mientras consultábamos la carta nos informaron de los platos fuera de la misma. Por total consenso nos inclinamos por una magnífica langosta con huevo frito y patatas que, al pedir 2 raciones para cuatro, llegó emplatada para cada comensal. Ejemplo de un plato sencillo y exquisito. Siempre son de agradecer estos detalles.
A la espera del plato principal compartimos unas almejas gallegas y unos "rovellons" de botón, extraordinarios ambos platos.
Los postres, coca de Llavaneres, copa helado de tiramisú, cafés y un par de ratafías cerraron una magnífica cena.
Escogimos un Bancal del Bosc, tinto de Vinyes Domènech, muy correcto y a buen precio. De este celler conocía Furvus y Teixar, éste un auténtico vinazo.
Que bien se come en Arturo!! Muy recomendable.