Casa Enrique celebra este año su centenario, me permito situar el local: localidad de Solares a 15 Km. de Santander, centro económico y de población de la zona y eje de comunicación entre el País Vasco, Santander y la zona occidental cántabra, de hecho hay una frase de un romancero popular que dice: “cuando pases por Solares no pares”. Este local está situado a un paso de la estación de ferrocarril y comprende restaurante, bar y hospedaje.
Con motivo del paso este año de la Vuelta Ciclista a España, en septiembre con meta en Peña Cabarga cuya base es Solares, se ha organizado el menú degustación denominado Vueltas Ciclista a España.
Un miércoles a mediodía nos acercamos a este local dos comensales, tras hacer al menos cinco o seis años que no visitábamos el mismo, pero que siempre ha sido una referencia de la buena cocina de nuestra comunidad.
Tras una buena recepción, pasamos a la sala, que se puede realizar bien a través de la barra del bar o a través de la recesión del hostal, comedor amplio, cuadrado, con una chimenea de fondo y amplios ventanales laterales, mesas bien separadas, lámparas clásicas, cuadros de paisajismo en las paredes. Las mesas vestidas con doble mantel, el inferior de color salmón y el superior blanco. Sillas de un color estampado con predominio verde vivo, poco continentes ergonómicamente, que quizás rompen un poco el conjunto. Cubertería, vajilla y cristalería adecuadas.
El menú consta de.
Carico montañés (estofado de caricos (alubias rojas) al estilo montañés, según cuentan los caricos, en el siglo XV junto con el maíz y el txacolí, son la base de la alimentación de Cantabria), una salsa excelente pero un poco desiguales los caricos, en cuanto a consistencia, que nos aclaró el responsable de la sala (Enrique) que es mal momento, pues es al estar al final del consumo de la cosecha anterior, es difícil de conseguir una uniformidad y la nueva cosecha aún, digamos que están “hinchones”.
Ensalada de bacalao sobre tomate de Trasmiera y salsa vinagreta: buena presentación, el tomate efectivamente marcando una diferencia con el habitual, pero el bacalao sin personalidad.
Bonito del norte estofado: buena punto y la salsa del estofado de las clásicas.
Solomillo en salsa de queso de Cantabria: notable sin más, no sorprendiendo.
De postre tupinamba (claras de huevo y roca flotante de bizcocho-helado), es típico del local y de algún otro lugar de Cantabria (Liébana) donde se denomina canónigos, me atrevo a decir que quizás fue lo más sobresaliente de nuestra visita.
Agua, cafés y de vino (constaba en el menú) Monte Real reserva 2004, que cumplió.
No puntuare capítulo de vinos, al no haber apreciado la carta de los mismos ni sus precios. En cuanto al servido fue aprobado con unas adecuadas copas.
Comento como colofón, que quizás la crisis actual tenga algún lado positivo, por una parte el local se encontró a un 60% (recuerdo aquellas épocas en el que estaba a más del 101 por 100), y ello creo que mejora el servicio y el entorno, nos permitimos un coloquio con el responsable muy agradable y quizás el haber realizado estas jornadas sea también consecuencia de la crisis.
Despedida muy correcta.
Precio total de lo relatado fue de 40 euros por persona.