Bardal.

¿Cómo va el asunto ese de las estrellas miguelín?
En un primer momento me parecía una comida delicada; quizá trémula. Llena de técnica. Compleja para llegar a lo que es, esencialmente, simple.
No pienso (siento) lo mismo al acabar la comida. Cada plato me ha ido llevando por su camino. Es una comida delicada, esencial, eminentemente nítida. Absolutamente nítida. Item más en el maridaje de los vinos. Estos acompañan a los platos. No buscan complementarlos. No buscan confrontarlos. Los acompañan como un elemento más del plato y también estos se muestran de forma nítida; como si fueran un ingrediente más de cada plato.
Sobresalientes todos los platos y algunos que brillan con luz propia. Los mejillones, el gazpachuelo, el revuelto, la berenjena, salmonete, chivo... ¡Deliciosidad!
El servicio atento, amable; impecable. Explicando con detalle cada plato y cada vino a poquito que se muestre interés en ello.
Con respecto al servicio del vino notemos que en el transcurso de la comida hubo uno que no me gustaba nada. Lo aparté del resto de copas. Inmediatamente vino la sumiller para interesarse por el asunto y con la misma inmediatez sirvió otra copa de un vino distinto.
Hay un pero: El pan. Notablemente por detrás del nivel mostrado en todo lo demás.
Un lugar que merece la pena el desvío. Merece la pena el viaje a propósito. ¡Y merece la pena volver!
P.S. En el total pondré el precio completo de menú largo, maridaje, agua, café y ¿cubierto?

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