Restaurante aQua en Castellon/castello
Restaurante aQua
País:
España
Provincia:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
68,77 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
69 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.3
Comida COMIDA
8.2
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
arroz
entrante
aperitivo
panes
postre
cremaet
aperitivos
langostino croquetas
bacalao
arroz
postre
carajillo quemado
Opiniones de aQua
OPINIONES
5

Ya con el evento organizativo cercano se impone una nueva reunión para concretar y probar algunos puntos y platos de cara a próximo mes, fecha de la celebración.

Sin cambios físicos y con el local casi a tope, un paraban nos aisla del resto del comedor. Somos 6 para comer el llamado menú ruta del sabor (25€+2€ del pan) consistente en 2 entrantes compartidos más un principal y postre individual; sobre la mesa unas buenas aceitunas y panes variados junto a rosquilletas. Lo que tomé:

. aperitivo por parte de la casa: sobre un trocito de pasta wonton crujiente unos pequeños dados de tartar de atún. Notable.

. ajoblanco con gambita del Grao y tartar de tomates asados: lleva algunas láminas de almendra; bien de sabor, escaso en cantidad.

. ravioli frito de morcilla y piñones: muy bien presentado a modo de saquito, crujiente por fuera y con sabroso relleno. Notable.

. arroz "a llanda" de alcachofas garbanzos sepia y botarga: servido en la llanda (placa metálica similar a la que se usa en los hornos) una buena ración de arroz que estaba en un punto algo de más de cocción, tropezones pequeños y de fondo un sabor correcto sin más; la botarga (huevas de pescado) por encima lo único que me gustó conocer.

. crêpe suzette con frutas asadas y helado: el crêpe denso duro y compacto en forma de pequeño cuadrado como si se hubiese doblado sobre sí mismo quedando al comer como una masa en lugar de una fina capa. Error.

Otros optaron por otros platos siendo ganador el costillar de ternera asada en su jugo con tortitas fritas y la panna cotta de naranja con helado al cointreau. No acerté ninguno.

En las bebidas se optó por Roques Negres tinto de Castellón, un syrah fácil de beber; aparte aguas sin y con gas y alguna cerveza en el inicio y espera.

Por cortesía de la casa unas trufas caseras para acompañar un buen cremaet que sustituyó la cuchara por la canela en rama para mover el café (¡genial!) sirvió para cerrar la comida de trabajo y salir para visitar el lugar que será para la cena de clausura.

El servicio fue bueno al inicio y por acabar (y empezar) tarde, ya se quedó todo despistado. Misión cumplida. 

 

  • arroz

    arroz

  • entrante

    entrante

  • aperitivo

    aperitivo

  • panes

    panes

  • postre

    postre

  • cremaet

    cremaet

De nuevo nos encontramos con los compañeros de Castellón en una comida de prueba para la celebración en el año próximo de un evento grupal. La hacemos en este local aunque luego será servida en otro espacio que pueda albergar al amplio grupo.

Cinco para comer en un pequeño apartado del comedor con la siguiente propuesta en vinos: Flor de Taronger un blanco local de macabeo (IGP Castellón) que cumple mejor que muchos otros probados en eventos similares; para tinto probamos y descartamos Rocas Negras, decantándonos por otro tinto local: La Perdición tinto; como espumoso optamos por abrir el campo pero sin salirnos d ela Comunidad, eligiendo Expressión de Domino de la Vega, bien conocido por estos lares. Más unas aguas sin y con gas.

Hoy para comer, el año que viene para cenar, probamos:

. coca de pulpo de roca de la lonja de Castellón: muy bien presentado, tierno pulpo y pimentón de la Vera. Muy bien.

. langostinos crujientes con mayonesa de kimchi: un rebozado ligero, tipo tempura, buen langostino en tamaño y sabor. Notable.

. croqueta melosa de ibéricos: crujiente por fuera y melosa por dentro con un velo de panceta. Todo sabor y textura. Muy bien.

. arepa, liebre del Maestrazgo y foie:

. bacalao al jabugo, guiso de edamame y sobrasada de la comarca: la sobrasa de la población de Benlloch muy apreciada en la ciudad; el bacalao, un buen tronco, muy bien de cocción un punto plus de sal que no quitaría; en la base un pill-pill de guiso de jabugo con el edamame aportando jugosidad y contraste de sabores. Muy bien. 

. arroz meloso de chipirón, mejillones y gambita blanca: no creo que sea lo más correcto en la cena (solo cenan arroz los turistas y los falleros en fiestas); además resultó bastante empastrado y pobre de ingredientes. Descartado como plato principal.

. media ración de pastela de cordero: ya conocida de otras ocasiones, se convierte en demasiado contundente para una cena aunque está sabrosa con sus frutos secos (piñones) y albaricoques de complemento. Pensamos en cambiar por unas carrilleras más llevaderas con guiso similar como plato principal final.

. nuestro carajillo de ron helado: una versión deconstruida con café descafeinado, bizcochito, crema de limón, la propia piel encurtida, gelatina de carajillo de ron quemado, el trampantojo del grano de café, rosquilleta de canela y las galletas son un merengue sólido de café.  Extraordinario plato como idea y también en su estética y en su sabor.

Rematamos con la versión no deconstruida del clásico carajillo quemado (equivalente a nuestro cremaet) mientras decidimos los cambios, siempre manteniendo el espíritu de cocina y productos locales, antes de ir a ver el espacio de eventos a las afueras de la ciudad que resultó precioso.

Buena prueba. ¿Precio? Ya veremos, pero como suele ocurrir en estos eventos, si lo comieras en el restaurante sería la mitad que costará como evento grupal.

  • aperitivos

    aperitivos

  • langostino croquetas

    langostino croquetas

  • bacalao

    bacalao

  • arroz

    arroz

  • postre

    postre

  • carajillo quemado

    carajillo quemado

Lo que empezó casi por casualidad va cogiendo poso y convirtiendose en una cita obligada para una visita a este local de interesante cocina y en la que apostamos por un esfuerzo económico para el plato y aportación organizada de los vinos (con permiso de la casa) con el fin de mantener un precio comedido y disfrutar tanto de la parte sólida como de la líquida.

En esta ocasión y tras superar lo más difícil (cuadrar agendas) nos reunimos 8 comensales ubicados en una mesa alargada, cerca de la barra. El local ha mejorado su estética independizando de forma clara el comedor del hall del hotel y permaneciendo un reservado tras unos muebles de separación (esta vez estaba ocupado). El servicio en sala de muy buen nivel, está presente en todos los detalles, llenado de copas, buen ritmo de servicio de platos etc.. quizás notamos a faltar un mayor cambio de copas pero la realidad es que fueron muchos vinos y además traidos de fuera. En cocina, el chef estaba de viaje familiar pero dejó todo previsto, con una variante sobre su menú gastró (ampliación) habitual.

Lo tomado en plato y en copa:

. aperitivo de la casa, un takayaki de pulpo servido en compañía de unas aceitunas:  con la curiosidad de la decoración con bonito deshidratado que, al recuperarse, se mueve en el plato a modo de alga viva. Bien de sabor, buen rebozado y textura. El inicio de vinos fué con un cava Rosat Reserva At Roca 2014, que a su vez hizo de copa de bienvenida y primer brindis por el encuentro.

. ostra, satski, Daikon y rosas: con presentación minimalista pero con sabores intensos, 3 porciones a comer cada una de un bocado, manteniendo la ostra su protagonismo. Contrapunto con un Bachelet- Monnol, un elegantísimo Bourgogne blanc 2015, fino cremoso, sin notarse acidez ni alcohol, con el equilibrio de un concierto de primero de año en Viena. Exitazo.

. atún con oliva: un tartar de atún dispuesto como un cilindro sobre el que se riega con una pequeña dosis de aceite de picual en el que ambos luchan por mantenrse como protagonistas principales en un bue equilibrio. Rematamos el borgoña y lamentamos que no fuera un magnum.

. tartar de jurel del Grao con jugo de encurtidos: una estética presentación pero que dió de alejarse del anterior plato ya que ambos tiene demasiado en común; aún así consiguió no quedar eclipsado por el anterior en base al fondo de los encurtidos. Cambio de tercio de forma de vino francés y pasamos a Crozes Hermitage 2016 de René Jean Drad & Françoise Ribo 2016 muy mineral y herbáceo, algo turbio, como un concierto de los Rollings. Una bodega a seguir.

. gazpacho de bogavante, mango y jengibre: servidos los ingredientes en la base del pakto a destacar unas perlas de aceite de oliva y un contraste de sabores dulces y salados con el lazo de unión del servicio de gazpacho ligero y bien texturizado. Seguimos en concierto de rock duro con el francés.

. ceviche de gamba roja: servido en plato con tapa sobre la que apoya la cabeza (algo seca) de la reina del mar (gamba roja) tiene el cuenco un suave ceciche con aros de cebolla roja, verduras troceadas y pequeños trocitos (menos de los deseados) de gamba cortada, todo ello en perfecto equilibrio; para comerse u pozal Su maridaje se hizo con un Tantum Ergo 2014 de chardonnay y pinot noir traido en mano desde Requena; si hace unos años le dieron premio al mejor cava de España, por algo será.

. langostino: una pieza XXL de langostino de la zona, hecho en perfecto punto de fuego, quedando terso, carnoso, sabroso, con la piel fácil de separar y servido sobre una base de sal gorda. Seguimos con el mismo cava que la cosa ya para más lenta de consumo.

. lubina salvaje con guiso de quinoa y sardinas: una pieza de tamaño correcto, con la piel crujiente y la carne jugosa servida en formato clásico destacando la sapidez de la salsa. Un aún joven Recaredo Terrers brut nature gran reserva 2011 del que nos sorprendió una acidez que le dejará aún vivir mucho tiempo.

. cordero, lavanda, salsa de azafrán y cacao: el cordero venía en dos partes, potr un lado la falda y por el otro el lomo, excelente la primera con ua piel crujiente a modo de cochinillo, por contra la segunda quedó un poco seca y fibrosa. Su acompañante fue un gran Alión 2009 y no hubo continuidad para un segundo Alión que queda en custodia para el próximo envite.

. carrot cake con albaricoques y melocotones de Cabanes y helado de estragón: sobre la base de la cake, la mermelada que une a los trocitos de fruta y sobre ellos el helado; difícil de comer todo junto pero consigue una buena mezcla de sabores y texturas y temperaturas interesante. El contrapunto para ambos postres,  lo puso un Moscatel do Duoro portugués de la Real Compañía Velha, en botella de 75 cl, un generoso de uva moscatel con unos ligeros 17º pero con buen equilibrio de dulzor de la uva y de la acidez de vino, un souvenir de Lisboa de este año que ha durado poco en la bodega.

. un postre clásico de la casa: sobre una base de hoja de higuera un buen helado de una hierba aromática que ahora no recuerdo (tomillo?) y unas mini brevas cortadas en cuadraditos con un fondo anisado muy interesante. 

Durante la comida nos acompañó una cestita de panes variados más que correctos y un buen aceite A de Bordomus aunque quedó eclipsado por el aceite de picual del atún. No hay que olvidarse de numerosas botellas de agua de Solan de Cabres que hicieron de limpieza de copas y de agente hidratante para poder llegar al final de los vinos sin estar demasiado perjudicados.

El remate fue un clásico de la casa: un cremaet perfecto de preparación notando en falta unas golosinas o unos petits fours de chocolate.

No dió tiempo a mucha sobremesa porque habia que cruzar la calle para llegar a tiempo al tren que nos devolviera a casa (en metro) ya que nadie quiso asumir el papel del conductor. Un nuevo acierto.

¿El precio? Pues el del menú, 50€ pero como es un menú especial y los vinos fueron aportados desde fuera, no podré precio final para no engañar en la media de precio real de comer allí, pero sí valoraré RPC.

 

Tal y como prometimos en la vez anterior, buscar nueva cita para ese cous cous de marisco, que es imprescindible encargar con tiempo.
El entorno ha ganado algo en elegancia y en intimidad con una decorativa cortina de separación del hall del hotel. El servicio también está a buena altura.

Sobre la base anterior y con fallos sobre las previsiones iniciales en parte compensados por la llegada de amigos catalanes, reunimos grupo de 9, bien ubicados en mesa imperial bien ancha con mueble separador del resto del comedor, bien vestida y perfecto cambio de copas, platos y cubiertos.

En esta ocasión y por gentileza del local optamos por llevar nosotros el vino y que el esfuerzo económico se refelejara en el plato.
Aceptado el reto, llevamos de casa:
. Secateurs un chenin blanc de Sudafrica que algunos eligieron como el mejor por la propia sorpresa del vino (o porque el nivel de alcohol aun no enturbiaba la mente).
. Pétula: un rosado tan bonito de color como amable en boca, de garnacha y con elegancia.
. The Orange Republic, un godello sobre lías de etiqueta rompedora pero que no defrauda. El nombre debía es superadecuado para un vino valenciano. Lástima que ya exista.
. Viña Gravonia 2006: cada vez me gusta más Rioja por sus blancos con años a cuestas.¡Qué bien hechos están!.
. Esencia, un espumoso de Vegamar hecho con garnacha que cada vez que lo pruebo me gusta más.
. Granatxa d´Empordá: el único tinto de la comida y en el capítulo de dulces.
A ello había que añadir el aperitivo hecho en el hotel Voramar con unos vermtus y unas Alhambras para disfrutar de la playa en estas fechas. Un pequeño caminar por el paseo marítimo donde aún quedan unas añoradas villas que han servido para exteriores de películas de hace unos años.
Ya sentados a la mesa, añadimos alguna cerveza y coca cola en los previos y aguas con y sin gas para acompañar en la comida.

Para comer: el cus cus de marisco con lo que haya mejor ese día en la lonja del pescado de Castellón.
La fiesta se inicia con una entrada al zoco (de platos) lleno de colorido y especias; servido en bandejas centrales, pequeños platos con todo lo imaginable para combinar con una pirámide de sémola de trigo tan fina como estética, centrada en el plato y por su lateral se va echando el caldo de cocción de las verduras de forma que la sémola lo va absorbiendo mágicamente sin errumbarse.
El cuerpo te pide probar todos y cada una de los platillos preparados: aceitunas negras cortadas, salsa de yogurt, berenejena, salsa picante, pétalos de rosas, piñones, huevas de capellanets, tomates cherry, limón, pimiento asado, arándanos, pipirrana de sardina, ajos tostados y laminados, brotes de rábanos.... hasta 16 opciones distintas en sabores, texturas y colores, en una explosión que te traslada a los pasillos de un zoco árabe, a lo que también contribuye el bullicio de incorporarse y comentar lo que se va probando.

Cuando ya has repetido de trigo, caldo y aditamentos hasta cansarte, traen bandejas con las verduras y garbanzos de cuya cocción ha salido ese sabroso caldo.
Ojo que la parte de verduras parece el pariente pobre pero hay que ver lo bien cocidas que están, cada una en su punto porque la calabaza, la patata, el nabo... requieren tiempos distintos.
Un contraste añadido son los bulbos de hinojo de buen tamaño, y hechos a la brasa que son introducidos sutilmente en la mesa y que merecían un detalle de buen aceite de oliva que no apareció.

Para amenizar el intercambio de platos entre comensales con las bandejas en danza, van sirviendo de forma escalonada y para contrastar y refrescar sabores, unas brochetas más creativas, presentadas insertadas en largos palillos de madera.
. bacalao, naranja y eneldo
. pulpo, mango y guindilla
. atún, albahaca y fresón
Otro alarde creativo en medio del frenesí de sabores y contrastes de las brochetas: en una copa de balón en cuyo interior hay una decoración a modo de acuario con las conchas de mejillones y berberechos, se cierra la copa con un film transparente que no te das cuenta si no lo tocas, y sobre el film, los mejillones y berberechos cocidos con una espuma de pastisse para comer con cuchara.
Aquí no solo hay buen producto, también hay una buena cocina creativa.

Lo siguiente en aparecer es la gamba roja (o rayada): una buena pieza por persona aunque este año no llegó al tamaño del pasado, pero sí en la textura y sabor.
Escasamente cocida para manterner sus jugos; buena carne bien, separada de la piel. En su punto perfecto.

Casi sin dar tiempo a limpiarte las manos, porque la gamba hay que comerla con las pinzas inteligentes de nuestras manos, entra en escena lo que el mercado dió: las únicas lamgostas del mediterráneo sacadas ese día. Bien troceadas, justas de plancha, solo salteadas con ajo y guindilla (poca), sin salsas ni nada que enmascarara el sabor de un buen marisco fresco.

Aún faltaba la traca final: el pescado.
En esta ocasión un filete de corvina, otro de lubina y un tercero de rodaballo, hechos al vapor y unidos por una emulsión de azafrán que estaba para mojar pan, si lo hubiera o cupiese.

¿Postre? Pues va a ser que sí, que ya llevamos casi 3 horas y ya no me acuerdo de esos arándanos que había al principio. Eso sí, algo más refrescante como helados; las opciones pedidas fueron:
. helado de vino y helado de galleta decorado con medias uvas cortadas, espolvoreado de cacahuete triturado, servido en media botella de vino a modo de plato. Bien presentado y correcto sabor.
. helado de pera limonera: en realidad helado de limón con trozos de pera limonera. Correcto.

Unos cafés regulares pero de nuevo algo muy especial nos sorprende: el carajillo cremaet. Servido en una taza de cristal oara apreciar la perfecta preparación del ron, en generosa ración de más de media taza, bien "creamet" (flameado quedando el azucar pero sin casi sabor a alcohol, y sobre el mismo un buen café ristreto. Genial.

Para rematar, unos gin tonics hechos con una ginebra de Castellón, Ginself, fabricada con notas de mandarina y chufa. Empezamos por medios GT, pero hubo quien repitió.
Se alargó la sobremesa hasta las 19 horas, que hay mucho mundo por apañar. La conclusión final, bien clara: ésto hay que institucionalizarlo. La comida, por supuesto.

Destacar que el local trabajó el servicio del vino, cambio de copas, preparación de copas para GT (traida de casa la ginebra) con una amplia sonrisa y ptofesionalidad, y nos permitió estar hasta que el cansancio nos aconsejó retirada. Muy de agradecer.

Regreso a Valencia, casi directos a cenar en el club con la pandilla, que hay que preparar los menús y compras para la semana de pasión (gastronómica), lo conocido como Bono Pascua.
Intensa jornada.

No es fácil encontrar una buena cocina en un hotel (Hotel Luz) pero éste es una excepción gracias a la presencia de un buen cocinero: Pedro Salas.
El espacio es diáfano separado del hall del hotel por unos parabanes. Bien vestida la mesa. Copas y cubiertos adecuados. Buen servicio de sala.
Carta de vinos clásica con unos pocos blancos, cavas, rosados y algo más de tintos. Al final decidimos empezar por cava: Gramona Brut Allegro muy interesante para su precio; seguimos con algo más de acidez con un brut reserva 2008 Agustí Torelló; al final nos quedamos cortos en cantidad, y al no haber cava rosado, pasamos a un tranquilo rosado: Gramona Moustillant Rosé que se quedó corto de sabor tras los anteriores. Además agua con y sin gas para empujar.

Tiene un cuscus especial, de pescado en la carta del hotel (previo encargo) y que en nuestro caso fue Cuscus Plus.
Con este plato, más bien comida entera, permite un viaje a las especias de un zoco con el aporte de la materia prima mediterránea.

Cinco para comer, 4 de los perjudicados del Noma, más el provocador local y con una baja de última hora. Dispuestos a probar esa esencia de los dos orillas del mismo mar.

Una cocacola, un par de cervezas, un agua con gas y una sorpresa traida por el convocante: Hidromiel La Vikinga, un producto artesanal a base de miel y agua que se hace fermentar con levaduras; una bebida milenaria que se tomaban los vikingos (de ahi su nombre) para alcanzar vapores etílicos, quedando ahora en un producto agradable, con punto dulce, con su parte de gas, su tono turbio y sus poco más de 6º. Muy curioso y que necesita de estar muy frío.
Aceite Bardomus; sin pan porque no hará falta.

Platos:
Los colores del zoco:
Se trata de una bandeja llena de pequeños cuencos con toda clase de prouctos a elegir y acompañar al cuscus.
Hay tomates a la hierbabuena agridulce, jarusa picante (en buen punto), salsa de yoghurt, philo rosquilleta de cardamomo (rosquilleta de pasta philo), lima verde, pétalos de rosa, ajonjoli tostado, crema andalusí de pimientos dulces, sofrito de tomates y guindillas verdes, piñones tostados, orejones y ciruelas pasas, ensalada de aceituas de Aragón, huevas de trucha, berenjenas aliñadas, pipirrana verde, chips de ajo, aceite de sardinas de bota y alguno más.
Gran colorido, sabores y texturas.

El puchero
Cuenco de garbanzos y bandeja con patata, zanahorias, nabo, chirivia, nabo dalkon, bulbo de apio, calabaza; todo ello bien cocido manteniendo una textura muy correcta.
También un plato con bulbos de hinojo a la plancha con mantequilla y algo caramelizados.

Las especias:
Cuscus (en forma de cono de base ancha) en plato con mezcla de especias: varias pimientas, guindillas, matalahuva, cominos, cilantro, canela, jengibre, clavo, curry, mostaza perfumando el caldo colocado para autoservicio sobre el plato para que la sémola de trigo vaya incorporándose y absorbiendo el líquido.

Pescados y mariscos:
Aquí depende del mar y del día. En nuestro caso empezamos por los mariscos:
. copa cubierta con un film y en cuyo interior una decoración de elementos marinos; sobre el film terso clochina, coquinas con una espuma de pastisse de Ricard; muy estético pero también sabroso.
. anémonas rebozadas en témpura con un alioli de trufa negra: se aprecia la trufa desde lejos, buen tamaño, melosas en su interior y bien rebozadas y en témpura bien hecha.
. gamba roja XXXL: gran frescura, gran sabor, casi cruda, tersa, exceso de sal notable en mi caso que no fue en todos. Como si al hervir unos segundos se hubiera llevado una gran parte de la sal del agua de hervir.
. media langosta plancha con ajoaceite de ñoras: buena pieza, buen punto de plancha, se mantuvo jugosa.
En el apartado de pescado: rodaballo y rape; dos lomos sobre una cocción de azafrán; buen punto de fuego y buena compañía de la salsa.

Entre medio de todo ello unas brochetas:
. bacalao con naranja y eneldo
. atun con albahaca y fresa
. pulpo con mango y guidilla
Todos productos de mar, con fruta y especias. Refrescantes, contrastadas, rompen con los sabores y texturas del plato principal.

Un cous cous (nombre no traducido) muy original, con unos complementos y que merece mucho la pena probar.

Rematamos con postres de la carta:
. 3 quesos castellonense y uno de fuera: con frutos secos, piñones, orejones.. Lástima que no informaran de los mismos. Recomendable para acabar el vino al que se echó de menos más cuerpo para este toro.
. chocolates en 3 texturas x 2: helado, mousse, bizcocho, caviar: no se aprecian bien por andar un poco mezclados todos (o bien emplatados con demasiado tiempo). En general bien de calidad.
. nuestra versión de la tarta al whisky: gustó esa deconstrucción.
. strawberry cheese cake: correcta.
Unos buenos cafés finales sin nada extra. Un ofrecimiento de una simple mistela local hubiera complementado bien.

A tener en cuenta esta cocina y cocinero. Quedamos para comprobarlo una vez al año (al menos).

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