Sin reserva, porque no es posible, pero con las ganas de estar aquí nos hace venir con antelación para coger mesa (la última y porque se levantan) en la terraza, porque aquí si hay terraza: todos unos jardines arbolados (con sombra, imprescindibles en estos días de preverano) con mesas distribuidas de terraza y sillas en conjunto, sin mantel y con copas de batalla, pero se está tan bien, sobre todo para las peques; sin prisas pero sin pausas.

La cocina trabaja a destajo y cumple bien en tiempos y en la sencilla elaboración de buen producto. El servicio hace lo que puede, profesionalidad no le falta pero desesperación tampoco. No vemos ninguna carta de bebidas ni de comidas, toda la información a pie de mesa.

Ocho para comer (6+2 peques) con todo compartido en el centro de las mesas:

. calamarcitos x 2: bien rebozados y bien fritos: buena ración. Notable alto.

. tellinas x 3: tamaño medio, bien de plancha sin excesos, ligero y acertado salseo con aceite y perejil. Muy bien.

. sepionets x 2: buenas piezas de sepionets de playa con buen tamaño; acompaña medias alcachofas que hubieran estado mejor bien fritas a la plancha. Muy bien.

. patatas bravas x 2: bien cocidas y quizás fritas dando un punto casi crujiente; salsa correcta y pedida aparte pero no fue así.

. montaditos de sardinas anchoadas x 12: un éxito para los mayores que pedimos inicialmente y repetimos a posteriori dada la buena preparación de un montadito sobre base de tomate con una sardina anchoada de buen tamaño. Sobresaliente.

. entrecotte con patatas x 2: buena carne aunque con alguna zona más tirante, buen punto de plancha; unas patatas y algún pimientito frito complementaron el plato.

. postre especial x 2: consistente en brazo de gitano, flan y brownie de chocolate, estando los tres en un nivel notable.

Para beber hicieron falta abundantes cervezas de presión, otras sin alcohol, un agua, tinto de verano y varios refrescos en diferentes momentos.

No tomamos cafés ni infusiones porque había promesa de helados muy recomendables en la Heladería Llinares en Archiduque Carlos. De ahí, a tirar petardos en la falla cercana.

Reunión de grupo de amigos convocados por celebración (yayo baby shower) para un almuerzo del que algunos se levantaron pasadas las 17 h.

Muy destacable el microclima que tiene la plaza toda cubierta por vegetación de árboles y abierta a corrientes de aire que permite estar en pleno verano sin pasar calor. Diez paisanos de buen comer y beber que dimos cuenta de:

. ensaladas de tomate, cebolla y aceitunas: muy valenciana y bien adobada.

. longanizas y morcillas: servidas en bandejas pero comidas entre pan. Buen producto, buen pase por fuego sin pasarse, nada aceitosas.

. patatas a lo pobre: bien hechas, quizás algo crudas algunas.

. huevos fritos: alguno inventó el mini (bocadillo) para cada huevo frito que se comió. Perfectamente hechos, nada cocidos, clara con puntilla.

Para beber Muga crianza que cayeron más de 4. Para los varios buenos cafés (cremaets), cayeron de whisky dos botellas hasta que me fui (15 horas) y seguramente los que quedaron no pasaron sed.

El servicio amable, efectivo y familiar pues no en vano son muchos clientes habituales especialmente en fallas. Es verdad que en carta tiene para almorzar las clásicas tapas de bar y pocas y muy clásicos los almuerzos y algunas tostas.

Lo mejor, la compañía y que ya hay quedada para una paella con baquetas y una mariscada tarida de Galicia en avión por SEUR como hace 15 años. 

Típico bar restaurante de barrio que al estar separado por una plaza peatonal de la falla de Espartero, se convierte en referencia a la hora de almuerzos, aperitivos, comidas y cenas, especialmente en los fines de semana y durante los dias de fallas.

Un local que dispone de unas cuantas referencias en tapas, dos o tres posibilidades de arroces, algunos segundos platos de carne y hasta bocadillos. Una cocina que no tiene pretensiones pero que cumple en lo básico con un producto medio y un precio asequible. No pretendas elegir vinos, aquí no es su guerra.

Comida para dos después de la mascletá y en terraza al sol de primavera, llena y repitiendo mesas, una clarita y una copa de blanco Señorío de Mestalla servido a muy buena temperatura. Un pan cortado sin tostar y escaso de aceite.
Al centro una muy buena sepia a la plancha, entera, bien de plancha y con buen aliño de aceite y perejil. Unos calamarcitos rebozados bien hechos, nada aceitosos. Plato de la casa: huevos fritos, patatas fritas y jamón (básico) todo ello cortado a tijera, bien hecho, con el huevo nada líquido pero sí suficiente para impregnar todas las patatas; toma pan y moja.

Se quedaron para otra ocasión las croquetas, la ensaladilla y las bravas. Raciones todas ellas de buen tamaño.

Servicio eficiente y amable en nuestra zona de la terraza; la otra bastante menos. Mesas en el interior, pero Valencia en fallas, pide comer al sol en la terraza. Lo dificil es encontrar un hueco al solecito de fallas.