Hotelería clásica suiza en Lugano

La hotelería suiza es famosa en el mundo entero. Quizá no tanto por su hospitalidad per se, sino por su eficiencia, esmero en el detalle y robusta sensación de calidad. La cosa es que en este cinco estrellas no sólo son corteses, como en Ginebra o Zurich: aquí son amables, además.
Enclavado en un edificio histórico y operando desde 1902, con una vista inmejorable del lago de Lugano, cada rincón del muy extendido lobby invita a sentarse, a ordenar un trago o un espresso y disfrutar de la vista al lago y las montañas. El restaurante ancla ofrece un servicio de primera, y los vinos de la casa son sorpredentemente buenos -- incluidos por ahi un nebbiolo de Valtellina delicioso y un super-Tuscan 1996 cuyo nombre no recuerdo pero no podía creer que lo estuvieran copeando.
La habitación es amplia, bien equipada, elegante y su limpieza raya en lo patológico; pero está demasiado calefactada y el termostato no reacciona ni bien ni rápido. Una extraña y muy molesta pifia. Pero que va. Es uno de esos hoteles a donde una regresa con gusto, no sólo a descansar, después de perderse por los corredores de Lugano.

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