Pues mira que lo conozco poco -bueno, en realidad nada- pero lo que más me ha

Pues mira que lo conozco poco -bueno, en realidad nada- pero lo que más me ha llamado la atención este verano tras el paso por sus locales, es la implicación y cercanía, tanto de él como de su personal, más allá de lo buena o excelente que pueda ser su cocina, "se me ganaron" en todos y cada uno de ellos.

Empezamos un día entre semana en el Canalla Bistró, y me chocó que en el "propio y mero" gastrobar, estuviese por allí deambulando y controlando el propio Ricard -¿y su esposa?-, siendo ellos mismos los que nos despidieron a la salida del mismo. Dos días después, como si tuviesen el don de la ubicuidad - ¿o nos estaban siguiendo? :D -, allí estaban ambos, y en contacto directo con la gente, pero no con aires de divo saludando tras la comida en plan Papa de Roma, sino sirviendo varios de los platos como si de un camarero más se tratase. Luego un detalle que me dejó perplejo y hubiese necesitado más información, pero había un guiri -o por lo menos con pintas- comiendo solo en una mesa, pues entre plato y plato, se sentó un par de veces a conversar con él, ya no sé si era amigo, conocido, o nada de lo anterior y decidió amenizarle un rato la espera, pero desde luego no es algo habitual en un restaurante estrellado. Y por último, la elección de David Rabasa en la sala -que es el mayor crack que me he encontrado jamás en una de éstas-, creo que es una muestra de la cercanía y familiaridad que busca Camarena.

Ah, y se me olvidaba, aun me dejo al cocinero -por lo menos ese día- del Central Bar, que de buenas y primeras, sin haber siquiera pedido, obsequió a mi hija con un par de croquetas recién preparadas, y tas un rato de conversación sobre los problemas de tener una pareja un poco más especial para comer -callos, conejo, caracoles, etc.- y lo que condicionaban a la hora de pedir según que platos, ni corto ni perezoso, me sacó una ración de conejo por la filo. Vamos, otro puto crack, que está controlando la cocina, y a la gente que tiene la suerte de caer cerca de él en la barra.

Vamos, y que disfruté como un enano comiendo en los tres sitios.