Al finalizar mi lectura intuyo que he estado sin estar, por cómo lo cuentas, que reafirma un pensamiento popular, Dani García se ha convertido en su propia espuma, un producto mal elaborado por el marketing que no ha sabido encajar, porque en la cocina “no todo es dinero”. Me alegro volver a leer crónicas y análisis descriptivos como el realizado, por ello gracias Javier, porque he pasado muy buen rato con esta lectura.
Posiblemente se pueda enfatizar en otro hilo con más profundidad, pero las cocinas michelines o que aspiran a serlo, NUNCA, por mucha vajilla, espacio, cristalería, debieran cobrar 12 € por una copa de Fino la Panesa y más de 60 € la botella, márgenes que no son utilizados ni de lejos por los precios de los platos ¡basta ya con tanto castigar a este maltrecho mundo del vino!, porque así no lograremos sensibilizar al resto de restauración, ya que a priori estos son los que imponen el ritmo y el ejemplo.
Si tenía alguna duda en visitarlo (sus precios nunca me lo han justificado, ni tan siquiera sentí emoción en su explosión en Tragabuches), me has disipado la mente para declinarme claramente hacia el No.
Un cordial saludo.