Aprovechando el menú especial para el 10º Encuentro Verema, nos acercamos a visitar Sangonereta, un restaurante en el que he vivido grandes momentos y al que, debo reconocerlo, me unen muchos recuerdos y una gran amistad con sus propietarios.
Tras unos detalles iniciales y esos panes tan ricos que tienen, pasamos al primer plato de la noche, una tatin de tomate con helado de queso de cabra y albahaca. Un plato muy fino y elegante que sorprendió por su excelente armonía y delicadeza, sin lugar a dudas, empecé con el plato que más me gustó de la cena. El segundo plato, el Capuchino de hongos con careta de cerdo estofada al Oporto, un plato que me recordó al juego de la olleta de morella, todo un clásico de este restaurante, con una buena combinación de texturas, aromas y sabor.
Bacalao en blancos (falso cous- cous de coliflor, espárragos blancos y emulsión de hongos), de nuevo esas setas tan ricas y sorprendente el juego de la col simulando el cous-cous. Si además el bacalao, uno de mis pescados favoritos, es de buena calidad, como era el caso, el resultado es muy bueno.
El sandwich de cordero, cebollitas y aire de avellanas, me sorprendió menos, estaba bastante bueno y me gustó la idea de añadirle esa especie de bizcochito que hace las veces de pan de molde. Buen sabor y textura, pero creo que quedó eclipsado por otros platos.
La orxata i fartons, otro clásico de Sangonereta que hemos probado en varias ocasiones, con esas texturas de los helados y cremas de horchata, el fartó crujiente y la sopa de canela. Para terminar el conguito de Sangonereta, un plato para los amantes del chocolate, presentado en distintas texturas y elaboraciones y coronado por una especie de castaña helada rellena de helado de avellana, con lo que el sabor del conguito estaba muy conseguido.
Los vinos los llevamos nosotros y prácticamente nos ocupamos del mismo por decisión propia. Buenas copas y servicio distendido y amable.