Volvimos al Sangonereta tras la reforma llevada a cabo; lo que sucede es

Volvimos al Sangonereta tras la reforma llevada a cabo; lo que sucede es que nos metieron en la salita que hay nada mas entrar, con capacidad para dos mesas y que particularmente no me gusta; se echa de menos la privacidad que proporciona una gran sala.
En los entrantes hubo de todo: el carpaccio de perdiz con alubias no me dijo nada, en cambio memorable el tartar de gambas y el archiconocido milhojas de foie con queso de cabra.
Respecto de los platos principales, correcto el dentón, el atún bueno pero sin gracia y excelente el pato lacado en dos cocciones.
Carta de vinos cortísima para un local de estas características, y con percios entre 7 y 10 € sobre tienda.
Tomamos un Las Ocho y un Estrecho, calientes. Para remediarlo le pusieron esa especie de corsé que en realidad mantiene la temperatura del vino, -sobre todo blancos-, pero no los enfría. Al cabo de media hora, se podían tomar. Lamentable.
Excelente el limoncello casero.
Relación calidad-percio ajustadilla.
En todo caso, la verdad, es que se come muy bien.

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