El Cliente no es lo primero

El Restaurante Aitxiar es un pequeño clásico de Bilbao, enclavado en su Casco Viejo, que tras una larga trayectoria ha cambiado de gestores desde hace algo más de un año.
Con motivo de las fiestas navideñas,acudí con un amplio grupo de amigos para degustar su menú navideño que ofertaba por 38,50€ Iva incl. y en la que la bebida incluida era una botella de vino por...cuatro comensales.
El Local consta de dos comedores interiores funcionales en los que, por lo visto tras nuestra visita, se pretende expresar una cocina que evolucione de la tradición a un refinamiento moderno, con un resultado desigual.
El primer plato del menú respondía al bonito nombre de Timbal de Bacalao y Txipirones en ensalada con tartar de moluscos en vinagreta. El plato realmente, consistía en una Rodaja de tomate sobre el que se montaba el Bacalao y en el que los Txipis brillaban por su ausencia. Destacar, que pese a ser un plato frío y tener concertada la hora del ágape, dicho entrante se sirvió de forma escalonada, teniendo que esperar un rato hasta que todos los comensales tuvimos el plato encima de la mesa. No empezábamos bien, pero quedaba tiempo y recorrido para modificar esta inicial impresión. Pensamiento positivo y adelante con lo siguiente..
Segundo Plato: Crep de Langostino salvaje con muselina de hongos gratinados sobre crema de nécoras. Si cabe, sonaba mejor que el primer plato, pero de nuevo decepción al comprobar la discordancia entre la literatura y la realidad. El langostino podía ser salvaje o domesticado, dado que apenas aparecía en 1-2 pequeños trozos. Economía de crisis. Obviando lo antedicho, el plato estaba relativamente bien ejecutado y gustoso
Tercer plato: Merluza con Txangurro a la Donostiarra. ¿Merluza? Pues no, en su lugar nos sirven una ración de Rodaballo carente de sabrosura y con un corte y presentación que lamentablemente he de catalogar de chapucera.
Cuarto Plato: Tiras de solomillo de ternera al estilo strogonoff. Pues tampoco. En su lugar nos pusieron un trozo de solomillo de ternera parcialmente napado con una salsa en la que destacaba sobremanera el sabor del vinagre balsámico. El solomillo bien, la salsa a evitar rigurosamente. De postre, Pantxineta de crema con helado, que se dejaba comer sin más.
Por tanto, a raíz de lo degustado la impresión es que la cocina carece de sentimiento y alma, provoca indiferencia y se queda claramente a medio camino de su objetivo. La pretensión es evolucionar respecto a una cocina meramente tradicional, pero no sólo no la supera sino que además olvida y falla en el primer mandamiento básico de toda actividad comercial: la orientación al cliente. A este se le ningunea cambiándole la comanda ofertada sin opción alguna y lo más grave y ridículamente evitable: Toda la comida con los mismos cubiertos que, pese a la solicitud de su recambio, la casa fue incapaz de sustituir. Cuando por fin a los postres, tuvieron a bien retirarlos, ovación irónica.
Animo y a mejorar porque la gastronomía Bilbaína no se merece este tipo de actitudes.

Recomendado por 3 usuarios
  1. #1

    kopicki

    Hola, me ha gustado el comentario.

  2. #2

    Gastiola

    Estuvimos hace casi un año. Ya habían cambiado de dueños y la verdad es que tampoco a nosotros nos quedó ese buen sabor de boca que te hace volver a un restaurante. Seguimos teniendo estupendas referencias en -Bilbo para cenar por ese dinero. Un saludo.

  3. #3

    oscar4435

    Es el antiguo cocinero de los mundos y uno de los ex-socios y veo por lo que comentas que no merece la pena , un saludo.

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