Literalmente....Mi chica tenía mucho interes, desde hace tiempo,en cenar aquí.Reserve hace más de un mes para las 22:00,llegamos unos 20'antes y el rte estaba "a reventar";tanto la barra,las mesas altas y el rte propiamente dicho....Nos dicen que todavía no estan disponibles las mesas de las 22 y que la primera libre sera la nuestra...es decir la mayoría de las personas que estaban cenando debían de haber comenzado a las 20:30 aprox..y para rematar cuando abandone mi mesa sobre las 23:30 se volvio a ocupar y todo seguía "hasta la bandera".Esperamos tomando una cerveza y una copa de verdejo (ambas a 4 euros).
En otras circunstancias me habría puesto a temblar pensando en las elaboraciones de la cocina ,pero varios amigos me habían dicho que el resultado era más que aceptable.
Mesa pequeña,vajilla y copas correctas.
Como vino opté por un Louro 2013 (22),perfecto de tª y de cuyo servicio se ocuparón regularmente los varios camareos que nos atendieron.Agua Numen 1L (4)
Aperitivo de la casa: una agradable crema de calabaza y ¿genjibre?.Cesto de panes variados y un pan para celiacos en rebanadas y pasado por el horno (2,9x2)
Compartimos un 1º Pancit Filipino (16),emplatado individualmente:es como un WOK con gambas,fideos de arroz y verduras..nos gusto mucho.
Como platos ppales :Pez mantequilla con matequilla de trufa negra(20)y Pez limón con vieras(24);ambos raciones correctas,punto ligeramente pasado...pero el resultado global satisfactorio.
No hubo postre y mi acompañante tomo poleo (2,73).
Aunque estamos en la zona de rte,el ambiente era muy ruidoso,demasiado trasiego de personal,fotos con Ancelotti que esta cerca,etc...
Y como dato más que censurable e ilegal....todos los precios reseñados, vienen en la carta sin iva.

Restaurante ubicado en el barrio Salamanca en la calle Ayala ( Serrano con la Catellana), excelente espacio iluminado con grandes ventanales y magnifica decoración, donde las maderas, la iluminación y una preciosa barra en isla ejercen a la perfección, en un lugar verdaderamente acogedor.
Local muy distinguido, (ya que es la moda en Madrid, donde te quedas impresionado por su decoración y algunas personalidades del mundo de los negocios o del "famoseo")como decía mi abuelo muy sabio "un negocio lo hace el cliente y no el gerente".
Carta muy llamativa de contenido, y con ganas de agradar al paladar con nuevos contrastes de sabores, donde se define una cocina mediterranea con toques de autor del norte y cocina de mercado.
Reserva para cuatro personas a las 14.15 horas, solicitamos un aperitivo en mesa de 3 cañas (4 euros) y un vermut (5 euros), para entrar en ambiente.
Como entrantes comenzamos con;
-Anchoas con tomates secos, buena calidad de la anchoa sin más.
-Tartar de atún, buena ejecución del mismo y calidad del mismo.
-Rollitos de pato, bien un plato sencillo y fácil.
Como platos principales;
-En mi caso Hamburguesa de Rabo de Toro, no esta nada conseguida ni la elaboración ni el contraste de sabor, un plato poco elaborado y sin definir...
El resto de comensales degustaron, Solomillo de Ternera, Steak Tartar y Pez mantequilla con mantequilla de Trufa.
Donde las opinión fue unánime, MUCHO RUIDO y POCAS NUECES.
Terminamos con postre al centro para compartir, Tarta de Manzana y Flan de Pera, destacando este último.
Se termino con cafés (3 euros) sin más.

Bodega amplia y buena selección de vinos, con precios multiplicados por X+Y, comenzamos por Louro do Bolo un Godello,terminado con dos Riberas del Dueros, Comenge e Hito. Buena temperatura del vino y en buena cristalería.

Servicio, amable,agobiado, corriendo, de escuela, nada cercano al cliente, no conocedor de la cultura culinaria española.... eso si correcto.

Conclusión, restaurante con una excelente percha ( clientes y decoración) donde Sandro (paraguas) NO ha conseguido una cocina adecuado, es un lugar ideal para cerrar negocios o ver y ser visto (que es la moda). La cocina, el servicio (porque me gusta personalmente un servicio cercano) y la relación calidad precio no me ha parecido acorde a lo esperado.

Al principio de Ayala, a una manzana de la Castellana, se encuentra este Ten Con Ten, lo último de lo último, lo más de lo más, en el vértice de la pirámide de fashion's restaurants de "el foro".

Daba la impresión de que esa noche se daba cita buena parte de la jet, del establishment. Lo mejor (y lo peor) de Madrid. Lo cierto es que es un ambiente espectacular.

El local es espléndido, un gran rectángulo con la parte más cercana a la entrada que es como más informal, más tipo pub, con una barra a la derecha, y que sin solución de continuidad se convierte en restaurante. Grande, amplio, techos altos, con el espacio muy bien aprovechado. ¡Qué ambientazo!

Reservar hoy aquí es una difícil tarea, muy difícil.

La decoración, tonos oscuros, luz tenue, poco cargada de adornos, eclécticos, provoca una atmósfera que no sabría si calificar como de Estocolmo o de New York.

Bien dotado, calidad y funcionalidad en todo el equipamiento.

Cocina fusión, internacional, con predominio de las influencias mediterráneas. La carta, sencilla y bien estructurada, es muy heterogénea. Puedes encontrar carne brasileña, otra abulense, un ceviche sudamericano, un pescado vasco, otro asturiano, otros de diversas procedencias (Pez Limón), un cuscús marroquí, una pasta italiana, otra pasta filipina, o platos tan tradicionales como un steak tartar o un cochinillo … Tienes dónde elegir.

Éramos 7 comensales y decidimos pedir unos entrantes al centro y un segundo individual.

--- Entrantes al centro:

• Rollitos de pato. Bien trabajado este platillo asiático, jugoso, graso y crujiente.
• Anchoas con tomates secos. Buena anchoa con una emulsión de aceite de oliva, cítricos y perejil.
• Vieiras picantes con lima. Muy ricas, con este toque tipo ceviche tan peculiar.
• Rissoto de sémola con trufa. Un rissoto diferente por su textura: fresco, suelto, con el grano como parafinado.

--- Principal:

• Pez Mantequilla con mantequilla de trufa. Dos porciones casi cúbicas de este pescado, plancha, bien desengrasado, con la inconfundible impronta de la trufa.

--- Postre:

• Tarta Ten Con Ten. Un pastel de queso y caramelo tan empalagoso como gozoso.

Me quedé con la sensación de haber degustado una buena cocina: moderna, audaz en alguna ocasión, sin grandes pretensiones pero sin anclajes, resultona.

La carta de vinos es amplia (más de 100 referencias de tintos, 30-40 en blancos, 20-30 en espumosos) con predominio absoluto de bodegas españolas, aunque de muy diversas regiones. Comenzamos con un Agustí Torelló Rosé y continuamos con Louro do Bolo. Tratados con corrección.

El servicio es moderno, agradable al trato, buena presencia y formación media. Muy nutrido, pero se crea un cuello de botella por la obligatoriedad de esperar al maître (o a uno de ellos) para tomar nota. Se demoró en exceso. A partir de ese momento, todo fue rodado.

En fin, uno de esos lugares que hay que visitar, y hay que hacerlo ahora, mientras esté en la cresta de la ola. Porque además cenas bien.