Céntrico, situado en una de las orillas del río Garona, muy cerca del “Espejo de Agua” (una de las atracciones más emblemáticas de la ciudad de Burdeos). Decoración moderna donde predomina el negro y gris. Dispone de terraza. Mesas minúsculas y sin vestir (como en toda Francia).
Ofrece degustar su carta, no muy amplia pero si interesante, o adaptarse a cualquiera de las formulas que propone. Al mediodía el plato del día por 9 euros o el plato del día más el café gourmet por 14 euros, por la noche al precio de 20 euros ofrece un entrante y un principal o la posibilidad del principal con un postre, a elegir entre cuatro sugerentes opciones en cada uno de los apartados de entrantes, principales y postres. Servicio ágil, simpático y hablando un adecuado idioma inglés.
La carta de vinos es amplia de aproximadamente 150 referencias, mayoritariamente francesas y principalmente de las zonas más próximas a Burdeos, aunque con alguna pincelada internacional, incluso con presencia española. El criterio con el que ha sido confeccionada la carta de vinos es que los vinos ofertados estén elaborados por mujeres. Las copas son bastante malas (también como en casi toda Francia), lo cual es una lástima, ya que no permite un disfrute completo del vino bebido. El servicio se centra en la presentación, prueba y primer llenado. La temperatura de servicio es correcta y en el caso de espumosos y blancos mantienen la temperatura con la ayuda de cubitera.
Nuestra experiencia fue para cenar y optamos por el menú de 20 euros consistente en entrante y principal.
Entrantes:
• Berenjena con tomate confitado, mozarella y albahaca fresca.
• Ensalada de brotes de espinacas con tostas de escalopes de foie fresco a la plancha.
Principales:
• Steak tartar aliñado con aceite de oliva y aceto balsámico con láminas de parmesano.
• Cocotte de salmón con guisantes y alcachofas con pequeños dados de panceta.
Todos los platos descritos muy bien presentados y mejor cocinados. Fue una verdadera delicia disfrutar de esta cena, que aunó profesionalidad culinaria con buena materia prima.
Armonizamos la cena con un vino blanco de Burdeos: Catherine 2010, muy aromático y frutal.
¡Muy recomendable!. Si regreso a Burdeos, no tengo dudas que repetiré seguro.