Mercadeando con gracia y salero!

De nuevo un caluroso viernes en Valencia alcanzando más de 30 grados. Y pese al bochorno, con la excusa de un día de libranza, nos acercamos a comprar y a comer al Mercado Central de Valencia que siempre da gozo recorrer sus pasillos y fisgonear entre puesto y puesto.

Nada más llegar vamos en búsqueda del Bar Central para localizarlo y saludar a nuestra amiga Cris, que nos recomienda "mejor no vengáis muy tarde que luego se llena". Pues si estaba lleno YA!!

Paradita en un puesto con una extensa selección de cervezas, nos encantamos comprando unos quesos, luego unas verduras y ... cáspita! las 14,00 hs! hora de comer, se nos abre el apetito...

El puesto de Ricard hasta la bandera. Casi imposible conseguir un rinconcito en la barra y un taburete ni te cuento!

Vamos apoyando codo en barra y de repente... dos taburetes libres!

La carta, como ya se ha explicado con antelación, es sencilla y bastante tradicional.

Lo primero... urgentemente dos dobles bien fríos. Apretaba el calor, posiblemente en invierno hará frío, ya sabemos que es un mercado.

Elegimos dos platos cada uno, cuatro en total para compartir:

~ Ensaladilla "Ricard Camarena". Con todos su ingredientes, cargadita de mahonesa como a mi me gusta, refrescante para empezar.

~ Boquerones marinados. Tres boquerones enteros de buen tamaño, acompañados de cebolla roja y pimiento amarillo en crudo, rodajas de lima y un aliño con intenso sabor a vinagre. Muy buenos!

~ Buñuelos de bacalao. Seis piezas muy bien presentadas con un potente relleno y un fino y crujiente rebozado. En cada buñuelo una pizca de all i oli con un curioso sabor dulzón.

~ Pulpo-ajo-guindilla. Buena ración de pulpo muy tierno y sabroso, acompañado únicamente por la mezcla del aceite, el pimentón, el ajo y la guindilla. Muy rico, pero eso sí, picante, picante!

En casa estamos acostumbrados a cocinar con poca sal, por tanto nos pareció todo un poco pasado de sal, especialmente los buñuelos. Tal vez sea nuestra sensibilidad, pero en mi humilde opinión, un punto de sal de más puede desvirtuar parcialmente el sabor del alimento.

Todo ello acompañado de un pan rústico con abundante miga y regado con alguna cerveza más, en total 5 dobles de San Miguel.

No tomamos postres, sólo café del tiempo.

El local simula una parada del mercado, ocupando todo un módulo rectangular y amplio, por lo que ambos lados quedan orientados a los pasillos laterales.

Esta distribución contribuye a que el servicio del bar se mueva de lado a lado con facilidad, por lo que con simpatía van sirviendo a los clientes ágilmente y regalando una actitud cercana, alegre y atenta de mercader se acercan paseando y preguntando: ¿todo bien por aquí? ¿ponemos otra cerveza? ¿falta alguna cosita?...

Se respiraba auténtico aire de complicidad, de energía, de alegría, de humildad, de comida... de MERCADO.

También juega un papel importante el ingrediente emotivo que genera el Mercado Central para los lugareños ¿quién no tiene una historia que contar envuelto en este entrañable entorno? Excursiones con mi abuela cuando sólo era una niña, de compras con mi madre, buscando la calabaza perfecta, las compras navideñas...

Concluyendo, un lugar genuino para visitar tras las compras en el Mercado, donde picar algo típico con excelente y fresquísima materia prima y donde echarte unas risas en buena compañía disfrutando de una comida informal.