Establecimiento ambientado como un mesón andaluz, barriles con taburetes altos y algunas mesas. Gracias a su amplia terraza, que en invierno está calefactada, triplica su espacio disponible. Mesas bastante bien vestidas, las sillas en general (las hay diversas) bastante incómodas. Por lo que parece tiene un tremendo éxito, por lo que en fin de semana conviene reservar. Ambientado con motivo de la feria de abril con decoración verbenera. Cada fin de semana actúa por las noches un trío flamenco (con salve rociera incluida en el repertorio), que no cantan del todo mal. El servicio es atento, dispuesto, simpático y rápido.
Cocina típica andaluza, con especial énfasis en las especialidades de Cádiz. Carta muy variada que ofrece: ibéricos, quesos, salazones, ensaladas, frituras de pescados (según reza la carta, todas las frituras realizadas con harina de garbanzo gaditano), revueltos, carnes y a diario de martes a domingo preparan un guiso del día de estilo tradicional andaluz. Los postres de elaboración industrial, bastante malos (los que nosotros probamos).
La carta de vinos de unas ochenta referencias, organizada por tipos y D.O.’s cuya oferta mayoritaria en tintos se centra en Rioja y en Ribera del Duero y en blancos amplia su oferta a más denominaciones, es posible encontrar alguna referencia interesante. Las copas discretas, pero suficientes. El recargo en el precio del vino, aproximadamente el precio del vino de tienda multiplicado por 1.70. La temperatura de servicio correcta. El servicio del vino se circunscribe a la prueba, luego funciona en autoservicio. Al cambiar el vino, se realiza el oportuno cambio de copas.
Nuestra experiencia fue para cenar y consistió en una tabla mixta de ibéricos y quesos (más bien discreta), pulpo en ensalada de pipirrana (que se notaba preparada con demasiada antelación), choco frito a la andaluza y una fritura al estilo gaditano (boquerones, cazón, calamares, gambas fritas, chanquetes y tortillitas de camarón). Las frituras muy crujientes y nada aceitosas. Rematamos para compartir (menos mal) con dos postres industriales para olvidar: tarta de queso y helado de higos. Para beber inicialmente unas cervezas, y luego un Valtravieso Roble y un Pruno. Al final de la velada nos invitaron a unos chupitos de orujo con hierbas que estaba demasiado caliente. Todo ello por 103.25 euros los cinco.
Recomendable en general, sobretodo por las buenas frituras que preparan y el buen ambiente y animación que genera la música en directo. A mejorar las sillas y especialmente el apartado de postres.