Hacia un tiempo que no acudíamos a pasar el día a la Villa de LLanes en nuestra vecina Asturias y esta ocasión tras un boca oreja reiterado, hemos acudido a un nuevo local para nosotros, cuatro personas a la comida del mediodía, sábado 28 de abril.

De entrada malas expectativas, día lluvioso que siempre es un incordio y el anfitrión del local, por enfermedad, no se encuentra en el mismo (el tal Silverio, según nuestras noticias es todo un personaje), pero bueno, ¡a comer se ha dicho¡.

¿Y en donde? Local a pies de unas rocas junto a la playa del Sablón, con una entrada tras unas escaleras, con una zona exterior que dispone de unas mesas de tipo merendero que en otro día, pueden ser un lugar perfecto para comer “encima” del mar. La zona interior tiene en una zona central un gran vivero repleto de mariscos y unas mesas que circundan al mismo, sin ningún lujo de vajilla, cristalería ni mantelería.

Carta con mariscos, donde predominan las mariscadas y poco más, pero era a lo que íbamos, optamos por medio kilo de percebes (en la carta constaban unos a 60 euros el kilo y otros a 30 euros el kilo, ese día solo había de los segundos): perfectos de punto y sal, no muy grandes pero si chaparretos y carnosos, servidos caso al momento a muy buena temperatura, o sea templados. Si estos eran los de 30 como tienen que estar los del doble precio.

Zamburiñas a la plancha: algo pasadas de punto.

Arroz de nécoras para tres a 15 euros pax (nos aconsejaron que para tres era suficiente) y tanto que era bastante, pues se comió y sobro en demasía. El arroz bien y las nécoras en cantidad y calidad, aun por encima del arroz.

Solo una persona (que comió menos arroz y que para señas fui yo) tomamos postre que fue una tarta de queso (en cocinas no muy elaboradas, suelo pedir este postre, si es casero) que estaba de notable.

Los vinos, carta mínima con predominio de blancos, discreta, pero a precios muy asequibles, por ejemplo tomamos Lagar de Pintos 2010 a poco más de 8 euros en carta. Las copas que valían para la ocasión y se coloco cubitera sin solicitar, por tanto en cuanto al vino, pocas opciones y sin nivel casi, pero ante el precio y el lugar, casi que se puede dar un aprobado.

El precio, con tras botellas de albariño, lo descrito, agua y cafés, a unos 30 euros persona, que esta muy bien dada la materia prima y la cantidad.

Entorno, pues de lo más sencillo, pero así son estos lugares y si se pudiese comer en la terraza exterior, estaremos hablando de entre muy bueno y extraordinario.

Salimos más bien contentos otra vez a la calle a torear de nuevo la lluvia, con la idea de volver y “coger por banda” a Silverio junto a sus mariscos.