Disfrutando agusto

Después de haber estado una cuantas veces alegrándonos el paladar con las delicias que sirven en barra y tras reservar con un par de meses de anticipación, por fin llegó el día de poder degustar sentado los platos que preparan en este pequeño local.

Una mesa amplia, con butacas cómodas de respaldo alto, buena mantelería, cubiertos de diseño y copas a la altura del resto de elementos crearon el ambiente propicio para una buena comida. Una vez reunidos todos los comensales nos "cantaron" los platos que había disponibles. Como ya se ha dicho en otros comentarios, la carta no es fija, sino que varía en función de lo que haya de temporada en el mercado, una política que parece de sentido común pero que en muchos sitios no se tiene en cuenta.

Compartimos como entrantes un carpaccio de canguro (bien, aunque la carne de canguro no está dentro de mis predilectas), unos filetes de atún rojo curados sobre una cama de tomate rallado (muy bueno, una textura suave y un sabor de intensidad comedida) y unas alcachofas a la plancha con jamón y un huevo roto, deliciosa combinación y en su punto.

En cuanto a los segundos, andaba yo con antojo de un steak tartare, así que cuando el camarero nos lo sugirió no lo dudé un momento. Presentado en forma de timbal, con la yema encima para romperla, la única pega que puedo ponerle es que quizás estaba un poco pasado de pimienta (cuestión de gustos), pero no enturbiaba en absoluto el conjunto, con una carne jugosa, fresca y bien cortada. De los demás segundos, me quedaría con el rabo de toro, un guiso de los que reclaman pan y más pan. Probé también un lomo de ciervo con salsa de curry, que aunque estaba bien ejecutado me pareció un poco desequilibrado hacia el lado de las especias.

En cuanto a los postres, que también compartimos, me quedaría con el tiramisú, jugoso y con una combinación de sabores perfecta, aunque el resto (tarta de mascarpone, trufa de chocolate con mousse de avellana, tartare de fresas con sorbete de mango y tocinillo de cielo) no desmerecían en absoluto.

Completamos la comida con un buen café, al que la casa tuvo la cortesía de invitarnos.

En cuanto a la carta de vinos, incluirá alrededor de 40 referencias bien escogidas y con una "inflación" razonable con respecto al precio en tienda. Acompañamos la comida con un Almirez 2011 (22,50€), un excelente Toro equilibrado y redondo.

El servicio fue, como siempre, atento, profesional y amable.

Lástima que sea tan difícil conseguir mesa, pero siempre nos quedará la barra para darnos un capricho.

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