Restaurante marroquí en Burjassot, cerca del campus universitario, de decoración al uso, bastante bien ambientado y con cierto encanto. Banco corrido pegado a la pared con almohadones, consiguiendo la sensación de un sofá relativamente cómodo, sillas sin respaldo que, junto con las mesas tan bajas, se hace algo incómodo para comer.
No obstante, hemos ido unas cuantas veces porque la comida es realmente buena y bastante auténtica. Los humus, berenjenas, nems (rollitos de carne picada y especias), así como los cous cous están realmente buenos. Cantidades generosas y un precio muy bueno.
A destacar que no sirven bebidas alcohólicas, como dicta su religión, así que lo máximo que podréis beber será agua, refrescos o cerveza sin alcohol. Aun así, merece la pena visitarlo si estás por la zona.
Por supuesto, no es el Dukala, pero tampoco es su precio, así que mi apuesta por este pequeño restaurante apartado del mundanal ruido.