Desfasado

Local ubicado en el barrio de Santa Eulalia. Dispone de un comedor mediano en la entrada y otro bastante mayor en una sala aneja. Me dio la impresión de retroceder a mi infancia. Mesas pequeñas y muy juntas. Ambiente ruidoso. Gran parte de la clientela ya en edad de jubilación. Servicio... no sé ni cómo describirlo, como de ¿pueblo, barrio,...? Menaje y mantelería de batalla. Copas muy, pero que muy sencillas. Carta con recetas sencillas, conocidas por casi todos, de las de casa. Disponen de menú y carta. Carta de vinos deficiente, que puede conducir a error. Precios alrededor de x2 aprox. Servicio consistente en apertura y primer llenado.

Almuerzo familiar. Uno de los comensales tomó el menú:

- Macarrones gratinados - Aceptables.
- Parrillada de carne - Por lo que cobran, no sorprendió que fuese bastante floja.

Los otros dos pedimos a la carta. Empezamos con una ensalada con atún y espárragos para compartir. Sencilla. El vinagre, flojísimo. Como platos principales:

- Bacalao a la "llauna" - Bastante bueno, aunque "sui generis".
- 1/2 conejo a la brasa - Acompañado de media patata asada. Muy poco allioli. Tuvimos que pedir más, con el consiguiente cargo. Bueno. Me gustó que trajese la cabeza.

Tomamos unas tartas bastante buenas como postre. Las hacen en una pastelería cercana.

Para beber, agua y una botella de Juvé&Camps Cinta Púrpura (16,-€), que pedí pensando que sería el Reserva de la Familia. Copas de flauta deplorables. Cubitera correcta.

Fuimos porque a mi mujer le apetecía bacalao y estábamos por la zona. Comida muy sencilla fácil de cocinar en casa. Absolutamente prescindible, a pesar de que las dos veces que hemos ido había gente esperando en la calle, porque dentro no hay espacio para ello. Si, a pesar de todo, alguien se anima a visitarlo, mejor que reserve si es fin de semana.