Restaurante Serrón en Sarrión
Restaurante Serrón
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
16,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
26 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.4
Precio medio entorno ENTORNO
5.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.4
Opiniones de Serrón
OPINIONES
4

Teníamos previsto realizar una ruta por el cauce del barranco de la Maimona. Aquello que resultaba imprevisible era la hora en que acabaríamos dadas las dificultades que entraña el barranquismo y el escaso conocimiento que teníamos de la ruta. No reservamos nada para comer, pues. Pero resultó que acabamos bastante temprano (¡Somos unos hachas, jajaja!) y tuvimos que improvisar. Un par de llamadas y negativa por respuesta en ambas. Todo completo. Una de las integrantes del grupo comenta lo del Serrón, llamamos y ahora sí hay suerte. Dirigimos los coches hacia allí.

El restaurante se sitúa prácticamente en la plaza mayor y ningún elemento llama poderosamente la atención en su decoración. Típico salón en los locales del interior con mobiliario de madera, pavimentación rústica… En invierno resultará muy acogedor porqué por aquí ya se nota mucho el conocido frío turolense. Cabe destacar que el equipo que lo regenta tomó las riendas en Semana Santa con lo cual las valoraciones que me preceden ya no son realmente útiles para los potenciales usuarios. Gente joven, tanto en cocina como en sala, atenta y con ganas de agradar. Ojalá les vaya bien.

Tomamos el menú del día con entrante, principal y postre por 15 €. También incluye agua o vino de la casa. Con una sola mirada nos entendemos uno de los que me acompañan y yo. Decidimos pedirnos cada uno un plato diferente con lo que las degustaciones que disfrutamos alcanzan el número de seis:

- Carpaccio de ternera: Se acompaña con un poco de ensalada. Correcto.

- Ensalada de pasta fresca: Realmente se trata de un plato de pasta servida a temperatura ambiente. Correctos los tagliatelle caseros con harina integral, rico el pesto con el que van adobados y acertado el contrapunto fresco de los tomatitos y la cebolleta morada.

- Tartar de salmón: Ración abundante (se sirve como principal). El corte del pescado como a mi me gusta, a daditos, que se noten. Quizás sometido un pelín en exceso a la maceración, no por sabor (que resulta armonioso yelegante), pero sí por presencia y textura.

- Falafel: Pan ácimo (similar al pan de pita) con unos croquetones de garbanzos significativamente especiados pero con gracia y la salsa tzatziki que facilita su ingesta. Bocado rico, poco habitiual.

- Trufas caseras: Densas, potentes… para los muy chocolateros.

- Torrija con horchata: Presentación súper casera, algo ruda, si se me permite la expresión. Evocar las torrijas de la infancia produce emoción, es cierto, cosa que, objetivamente, no se consigue con los sabores del plato. Correcta, sin más.

Tomamos cervezas, refrescos y una jarra de “tinto de verano” que incluía el menú correctamente preparada. No ojeé la carta de vinos. La de comidas muestra propuestas interesantes, algunas de corte bastante más tradicional que los platos que probamos y con proliferación de platos en los que se usa la trufa (en temporada). Sería bonito volver para entonces, sin los rigores veraniegos y dispuestos a gastar un pelín más en la cuenta final. A seguir.

De paso por la provincia de Teruel a la hora de comer y gracias a los comentarios anteriores, decidimos acercarnos a este pequeño y céntrico restaurante trufero de la localidad de Sarrión. Disponen de dos menús, uno de 19 € y otro más económico de 10 €. Los cuatro comensales optamos por el primero. Primeros: cardo en salsa de almendras (riquísimo), crepes de setas y gambas (sabrosos), pimientos del piquillo rellenos de atún caseros (buenos) y patatas a la baturra (especialidad de la casa, pastel gratinado a base de patata, migas de bacalao y ali-oli, muy buenas). Segundos: dos de huevos fritos ecológicos con jamón (espectaculares, sobre todo uno de ellos con suplemento de trufa, 5 €), secreto de cerdo de Teruel (con trufa, bueno) y morcilla de arroz de Linares de Mora con compota de manzana (exquisita). Postres: dos cuajadas de leche de cabra (¡qué sabor!), helado de té de roca (con un sabor impactante, nunca había probado uno igual) y mousse de yogur con mermelada de frambuesa (rica). Todo ello fue regado con un sabroso Ventus 2010 (18 €) del Bajo Aragón. Carta de vinos con un buen número de referencias de la zona. Cristalería, cubertería, mantelería y vajilla, correctas. El servicio, atento y cercano. No dudaremos en volver si se presenta la oportunidad.

Como ya describe Aurelio está en el centro al lado del Ayuntamiento y de la Iglesia. Es pequeño, muy aprovechado y en época como ahora con la feria de la trufa, pues dos turnos de comida y tuvimos que ir al primero porque estaba lleno. Un total de 32-35 comensales bien apretaditos aunque tuvimos suerte y estábamos cerca de la barra amplios. Manteles, cubiertos, vajillas, copas... de batalla pero con aspecto cuidado. Local ruidoso sobre todo por la saturación de gente. Gente que entraba a pregunatr para comer un montón; hasta hubo que cerrar la puerta cuando estabamos todo el primer turno para no molestar a los que casi tenían la silla en a puerta.

Carta de vinos corta y esperable con dos brindis al sol: un Halbtrocken riesling y un par de curiosos portugueses dado la proximidad de la tierra del padre (extremadura). Alguna rareza en tinto como el que pedimos: La Multa de Calatayud del genio El Escocés Volante y con tapón de rosca. Nos explicaron que la Multa viene por la multa de la guardia civil que le puso al mister escocés. Servicio de vino el propio de tener le local lleno con dos turnos de comida. Dos copas del riesling halbtrocken de Rheinhessen, de aperitivo y a 1.50€ merecieron la pena. Los vi nos no se incluyen en el precio del menú.

Para comer el menú de la semana de la trufa (Fitruf 2013): de aperitivo un bocado de trufa laminada: una tostada de pan más que corriente y ya algo duro por el tiempo pasado desde que se tostó, con una buena cantidad de lámína de trufa y algo de aceite por encima.
Por iniciativa propia añadió, para entrar en calor, una degustación de sopa de setas que llevara un poco de exceso de patata y nata consiguiendo una buena opción para entrar en calor aunque lo soleado del día había restado frío al ambiente.

De entrantes había que elegir entre sopa de cebolla gratinada al horno con queso y trufa. Cardo en salsa de almendras y virutas de trufa o Timbal de patata con crujiente de jamón y trufa. Optamos por dos sopas bien elaboradas con trufa gris espolvoreada por encima pero que se perdía por la contundencia y el calor del plato; el cardo estaba poco caliente pero bien conseguido con agradable salsa; el timbal de más ración de patata y menos de jamón de lo esperado.

De principales: solomillo de ternera a la brasa con trufa (suplementada en 6€). Huevos ecológicos trufados con jamón DO al estilo Serrón. Lomo de bacalao confitado en salsa de ajetes y trufa. Secreto de cedo IPG con salsa de foie y trufa.
Optamos por dos de solomillo y dos de huevos. No preguntaron el punto de carne aunque sí la trajeron para ver si nos parecía bastante o pasarlo un poco más antes de poner la trufa encima; estaba ya demasiado hecho y además era la punta del solomillo con lo que ya no tenía mucho remedio; la trufa en buena cantidad y algo más notable con la carne. los huevos muy ricos con abundante jamón para hacer unos buenos huevos rotos. Las mismas patatas acompañaban a ambos platos

Rompemos con un curioso chupito de in tonic. Postre o helados, todos de elaboración casera. Se incluye pan, agua y café en el precio del menú: 34€. Llama mucho la atención del precio del menú comparado con fuera de temporada alta como en el comentario de Aurelio.
Tomamos helado de mango bueno, helado de galleta belga curioso y bueno. Flan de café en escasa ración y más corriente. Cuajada de leche de cabra al que olvidaron la opción de la miel y quedó un poco insulsa.

Una joven pareja atiende la sala con gran mérito y rapidez, con ganas de agradar aunque haya que rentabilizar los días de mucho público para mantenerse.

En la avenida principal de Sarrión, capital de la trufa negra, encontramos este pequeño restaurante, que elegimos al azar, como hacemos cada vez que pasamos por la zona en temporada trufera con el afán de descubrir nuevos sitios.

El restaurante estaba a tope, pero nos hicieron un hueco, lo que es muy de agradecer.

Ser trata de un coqueto y pequeño local, muy aprovechado, quizás demasiado, en el que las apreturas son la tónica habitual los fines de semana.

Nos colocaron pegados a la puerta, puerta que cerraba mal, y no hacía más que entrar y salir gente. En Teruel y en invierno… Esta circunstancia nos fastidió el almuerzo. Pero es que además, las raras veces que la puerta estaba bien cerrada, seguía habiendo corriente… ¿¿??

En Serrón elaboran una buena cocina tradicional, turolense, con especial atención a la trufa.

Disponen de una carta muy bien concebida, que hace también de menú, y en la que la mayoría de los platos pueden ser aderezados con trufa a cambio de un suplemento.

Tomamos:

-----> Entrantes

Laminado de trufas. Soberbio. Un carpaccio de trufas negras en un aceite muy muy ligero (mezcla de oliva suave y girasol). No sé si estaba mejor el aceite o las trufas. Nos preguntaron varias veces si retiraban el plato una vez consumidas las trufas, y dijimos que no… hasta que no quedó ni una gota de aceite.

Cardo en salsa de almendras y trufa. Me recordó al que se hacía hace años en mi casa. Buena la verdura, con una salsa trabada pero liviana de almendras y la potencia de la trufa.

-----> Segundo

1/2 perdiz escabechada. Bien, tanto el sabor como la textura.

-----> Postre

Helado artesano de chocolate con naranja. La invisible naranja casi se apoderaba del chocolate. Nos gustó.

Carta de vinos escueta, de la que seleccionamos un Idrias Chardonnay, sin trato especial.

La pareja que regenta el negocio son simpáticos y muy trabajadores. Aquí a nadie le dicen que no. Entraba y entraba gente y a todos los acomodaban. Aquello parecía el camarote de los Marx. Nos tocó esperar algo entre platos pero ciertamente mucho menos de lo que nos temíamos a la vista de la nutrida concurrencia. Se lo curran.

Volveremos, se come bien y son buena gente, pero reservando previamente mesa y eligiendo una del fondo, porque la zona en la que estuvimos fue un infierno por el tema de las corrientes (evidentemente este aspecto tengo que reflejarlo en el apartado de “entorno”)

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