De vuelta a casa tras pasar la primera parte de las Navidades por tierras cántabras se nos ocurrió que este local podría ser un buen punto de parada para la comida. Los buenos comentarios vertidos en estas páginas auguraban una agradable experiencia a un precio bastante asequible. Llamamos para reservar y nos presentamos a la hora que el restaurante nos propone (algo más tarde de lo deseado por nosotros). Para hacer tiempo nos damos una vuelta por la vecina localidad de Noja, que presenta el aspecto triste y desangelado que tienen la mayoría de los pueblos costeros en temporada baja. Una apariencia similar ofrece el comedor del restaurante, una amplia estancia que a esa hora se muestra vacía (luego se ocuparon cuatro mesas más) y con la temperatura casi parecida a la de la calle. Menos mal que los radiadores en poco tiempo cumplieron con su cometido, pues de lo contrario no habría quedado más remedio que echar mano del abrigo.
Una vez acomodados nos comentan que la única opción para ese día es el menú degustación, si bien ya nos habían advertido de ello en el momento de la reserva. Ocupamos la espera hasta el primer plato eligiendo el vino, que resultó ser un Zárate Albariño 2013 (18€). Tras ello comenzó el desfile de platos, que coinciden con los ya comentados por los que me preceden:
CAJA DE BOMBONES: los cinco tipos de quesos que se esconden bajo el aspecto de bombones de chocolate blanco llegaron a la mesa muy fríos, con lo cual su sabor quedó bastante deslavazado. Original presentación, desde luego.
BOMBÓN DE FOIE CON GELATINA DE NARANJA: tras una puesta en escena más aparatosa que espectacular, nos encontramos con unas falsas naranjas rellenas de foie cuyo sabor no me dijo gran cosa.
ENSALADA DE MIEL Y MOSTAZA: el plato asemeja un nido con un huevo de gallina en el centro, cuyo contenido acaba fundiéndose al mezclarlo con el resto de ingredientes. En suma, una agradable ensalada con acertados contrastes.
RISOTO DE BOLETUS CON JAMÓN IBÉRICO: un arroz más que correcto al que le sobraba, por no aportar nada, una especie de helado con forma de champiñón. Por razones que se me escapan, la ración se sirve sobre una curiosa base que corresponde a un corte de un tronco de árbol.
RAPE A LA PLANCHA CON ALGAS: el pescado se mostraba correoso y falto de sabor. Si lo importante falla, lo demás (su "guarnición") carece de interés. Lo peor con diferencia.
SOLOMILLO DE TERNERA A LA PLANCHA SOBRE TIERRA DE FOIE: carne tierna, en su punto, pero que no sabía a nada. Lo mezclé con el foie para intentar que supiera a algo, pero ni por esas. Otro plato fallido.
BROWNIE DE CHOCOLATE: interesante postre, con el chocolate en diferentes texturas y presentaciones. Lo mejor junto con el arroz.
Con los cafés (excelentes) nos trajeron unas TRUFAS DE CHOCOLATES forradas por una gelatina roja y que les confería aspecto de tomates cherris. Este último trampantojo se presenta en una macetita que en vez de tierra lleva galletas oreo en polvo.
Terminamos la comida con la sensación de haber asistido en algunos momentos a un espectáculo de fuegos artificiales, con mucho estruendo y colorido, pero con carencias en lo esencial, en lo puramente culinario. No les falta creatividad, ni técnica, pero todo indica que la materia prima que entra en la cocina no anda precisamente sobrada de calidad y cuando este pilar fundamental de la gastronomía falla todo se tambalea.